Alrededor de un millar de operarios componen el dispositivo de Sarga en la comunidad aragonesa en la fase de máximo riesgo de incendios forestales. Pero, en contra de lo que puede parecer, no solo están para apagar los fuegos. Sus jornadas laborales están dedicadas, si no hay avisos, a la prevención, con tareas de limpieza del monte o el acondicionamiento de caminos. Lo peor ocurre cuando, en su horario de descanso, surge el fuego.

«Nuestras condiciones son muy malas. Los turnos de trabajo se realizan en la parte central con temperaturas muy altas. Comienza a las 2 de la tarde y finalizan a las 9 de la noche. Las jornadas pueden llegar a ser demasiado largas», explica un operario de una cuadrilla destinada en el Pirineo central y que prefiere ser identificado con el nombre de Pablo.

EN ALERTA PERMANENTE

Mientras realizan este trabajo físico, están en alerta en todo momento por si hay que efectuar un salida para acudir a un incendio. En el momento que reciben el aviso, después de haber estado trabajando en otras labores pueden llegar a estar otras 12 horas más ocupándose de la extinción del fuego.

«En época de máximo riesgo se debería hacer otro tipo de trabajos y no tanto esfuerzo físico», añade. A su juicio lo más beneficioso para ellos sería hacer más prácticas, más entrenamiento o reconocimientos del terreno dejando a un lado el esfuerzo físico que conllevan las labores de prevención en verano.

«Cuando hay que acudir a un incendio hay que estar en las mejores condiciones posibles y llevas tanto cansancio acumulado que puede llevar a despistes o faltas de concentración», apunta. Además, recalca que cuando están realizando esta clase de trabajos pueden estar a media hora o una hora de la carretera y tienen que regresar, prepararse y acudir al lugar de la intervencón, lo que provoca una pérdida de tiempo «vital» para poder actuar con rapidez.

Otro de los aspectos que deberían modificarse, según los empleados de Sarga, es la manera de actuar en los dispositivos. «Hasta ahora, cuando se recibe el aviso, un forestal verifica la importancia del incendio y luego se avisa a las cuadrillas. Lo lógico sería enviar a las cuadrillas directamente para no perder tiempo», apunta.

Las cuadrillas están formadas por siete personas de las que cada día libran dos por lo que, lo habitual, es que sobre el terreno solo puedan operar cinco.

En el capítulo de medios materiales no tienen muchas objeciones: «Tenemos buenas infraestructuras y buen material. Disponemos de cuadrillas, helicópteros, autobombas y todo tipo de herramientas», explica.

Cuando las temperaturas son muy altas y superan los 40 grados existe una norma por la que se señala alerta plus y por seguridad de los trabajadores no se permite usar la maquinaria pesada como las motosierras o las desbrozadoras.