Alfarrás y Almenar muestran claramente la división catalana respecto al proceso de independencia. En el primer municipio conviven las banderas de España y los carteles separatistas en las calles. En el segundo las señeras ganan por goleada. Los dos están a pocos kilómetros de la comarca aragonesa de La Litera. Y en los dos comparten sus relaciones comerciales y sociales con los aragoneses. Pero sus vecinos no se ponen de acuerdo sobre cómo gestionar esta situación en una hipotética independencia. «En el otro lado no tienen nada que opinar sobre cómo gestionamos nuestros asuntos», afirmó ayer uno de los jóvenes de Almenar, Damiá García. Si puede, hoy votará que sí a la independencia e invita a otros territorios a seguir el ejemplo. «Si los aragoneses quisieran separarse de España, no me metería en medio», destacó. Otro joven del municipio corroboró la idea. «El independentismo en Cataluña es una cuestión más sentimental que no tiene que ver con el comercio», explicó. En todo caso, justifican el frente antisoberanista por una cuestión econocimista: «No nos quieren dar la independencia porque colaboramos con un 20% a las arcas españolas», calculó García.

No todo el mundo tiene tan clara su postura. «Si cambian las relaciones comerciales tendremos que resultar atractivos a nuestros vecinos para poder vender nuestros productos», indicó el responsable de un taller que prefirió no identificarse porque no tiene intención de votar y teme las consecuencias del clima enrarecido de la localidad para los que no comparten la posición dominante. Lo mismo le ocurre al transportista Isidro Márquez. «Lo del separatismo a mí no me va, yo me llevo estupendamente con los aragoneses, los de Bilbao y los propios catalanes», aseguró.