Los candidatos mantuvieron la tensión hasta el minuto final. Ayer cada cual disparaba sus últimos cartuchos retóricos y pedía al voto con una vehemencia extraordinaria. Estas elecciones son importantes, muy importantes. La prima de riesgo no ha dado tregua en estos días y su amenazadora evolución se ha convertido en el argumento esencial de los discursos. Alfredo Pérez Rubalcaba clama que Mariano Rajoy quiso ganar las anteriores elecciones generales trayendo de la mano una niña y ahora viene encaramado en una contundente prima. El candidato conservador replica que los socialistas han dejado España como un solar y ahora es preciso tranquilizar y dar confianza a los de la prima. Cayo Lara cree que aquella niña de hace tres años y medio es la prima de ahora: el PP --dice-- la crió con mimo y el PSOE la dejó crecer. Así acabó la campaña.

LO ABSOLUTO El argumentario de cierre de campaña ha sido simple y agresivo. Ha sido construido sobre una hipótesis de trabajo aceptada por la práctica totalidad de las fuerzas políticas: el PP va a a ganar sin duda, tiene la mayoría absoluta al alcance de la mano y a partir de ahí cada cual deberá tomar posiciones en el nuevo escenario político. El PSOE se ofrece como factor moderador ante el previsible ajuste fiscal que aplicará la derecha. Los nacionalistas periféricos (cada uno con sus respectivas preocupaciones) pretenden disponer de una receta propia contra la crisis y temen que la hegemonía de un partido centralista les impida aplicarla. IU propone resistir desde la firmeza y la movilización popular los recortes que han de venir... Y el PP proclama que sin una victoria (suya, se comprende) contundente, aplastante, indiscutible y rotunda "ni Europa ni los mercados nos tomarán en serio". En estas condiciones, votar mañana se ha convertido en un acto de fe.

¿Quién tiene la culpa de que la especulación financiera se haya cebado en la deuda española? Algunos analistas entienden que los inversores están descontando ya la victoria conservadora. Según el PP, de todo lo sucedido (e incluso de lo que haya de suceder en las próximas semanas cuando José Luis Rodríguez Zapatero siga gobernando en funciones) los únicos responsables son los socialistas. Rubalcaba niega la mayor. Asegura que los problemas que sufre nuestro país se están dando igualmente en buena parte del Eurogrupo y advierte de que si Rajoy logra un poder absoluto "recortará de manera absoluta".

El dilema es obvio: o victoria definitiva del PP para pasar a un sistema de partido dominante; o derrota dulce del PSOE, que debería dejar el poder pero se mantendría como factor de equilibro y alternativa. Pero hay otras salidas: reforzar la izquierda real (como se autodefine IU) para abrir una nueva línea de resistencia frente a los ajustes, optar por partidos renovadores como UPyD o Equo, apoyar (donde sea posible) a los nacionalistas... votar en blanco.

LLOVERÁ Rubalcaba: "El domingo se meten votos en las urnas, no encuestas". Rajoy: "Las cosas no se arreglarán de la noche a la mañana. Habrá que hacer sacrificios". Cayo Lara: "Reclamamos el voto de la izquierda para que de verdad sea útil". Toni Cantó (candidato de UPyD en Valencia): "Si los del PP y el PSOE estuvieran en la empresa privada no duraban ni dos telediarios. Ésos no han trabajado en su vida". Duran Lleida: "Los valores de Cataluña no son los del PP y el PSOE". Francisco Álvarez Cascos (Foro Asturias): "A diferencia de Aznar, Rajoy no plantea nada porque no sabe qué hacer o no quiere decirlo"

Flota el temor en el aire. El PSOE teme caer al pozo y entrar en crisis. El PP, no disponer de mayoría absoluta. CiU, verse sobrepasada por el PP en Cataluña. El PNV, verse sobrepasado por Amaiur en el País Vasco. UPyD, seguir siendo irrelevante.

Derechas e izquierdas coinciden al menos en una cosa: rechazan la irrupción en los gobiernos de técnicos que nunca se presentaron a las elecciones. Incluso Rajoy sostiene que la política debe prevalecer sobre la economía.

Los expertos en sociología electoral hacen sus cuentas. Los sondeos, advierten, se hicieron calculando un índice de participación ligeramente por encima del setenta por ciento, como en anteriores comicios. ¿Y si la afluencia aumenta en algunos puntos más? ¿A quién beneficiaría?

Otro cálculo en el aire. Lo cierto es que, para complicarlo, el servicio meteorológico anuncia un domingo lluvioso y desapacible. A los del PP parece darles igual. En el PSOE se han echado a temblar.