Fue acabar José Antonio Fatás, cirujano del hospital Royo Villanova, la lectura del comunicado, y abrirse el cielo de par en par para descargar con fuerza y disolver la manifestación por la vía rápida. No estaba claro si la lluvia iba a respetar la convocatoria y la acumulación de nubes negras y una ligera brisa oscura obligaron a los miles de presentes a mirar al cielo.

Aunque, en realidad, ya lo habían hecho antes. Porque las referencias a la religión fueron continuas a lo largo de todo el recorrido. Los altavoces no pararon de entonar cánticos como Menos religión y más educación y se sucedieron las referencias a los favores económicos otorgados por el Gobierno popular a la Iglesia en detrimento de los servicios públicos."Disminuye el dinero destinado a educación mientras se mantienen los regalados a la Iglesia católica", lamentó Miguel Miranda, decano de la Facultad de Ciencias Sociales y del Trabajo de la Universidad de Zaragoza, penúltimo en intervenir antes acabar el acto.

Antes, la manifestación transcurrió sin sobresaltos, con mucho esfuerzo por parte de los portadores de altavoces y poco seguimiento de los que encabezaban la manifestación. Se diría que no estaba la cosa para muchos gritos. O quizá había que reservar la voz para la movilización de mañana. Porque esa es otra.

De hecho, la manifestación convocada por la plataforma en defensa del Estado de Bienestar y los Servicios Públicos ejerció de ensayo general de la gran protesta, la que se llevará a cabo, también organizada por los sindicatos, con motivo del Día del Trabajo. Y las conclusiones fueron positivas. La respuesta de la ciudadanía fue notable. Hubo quien se animó a advertir más de 15.000 asistentes, aunque la opinión general estableció la marca en alrededor de 10.000, una cifra, por otra parte, nada desdeñable.

En lo que sí hubo consenso fue en el sentir. Los recortes ordenados por el Gobierno central y adoptados por el autonómico reunieron a mayores, adultos y jóvenes que compartían semblante de indignación y que, durante una hora, cargaron contra el que consideran responsable principal de la obra. "Mariano, cap..., lo público no es tuyo" o "Mariano, embustero, se te ve el plumero" compartían espacio con una pancarta portada por un niño de apenas 10 años de edad en la que se aseguraba que "Mariano, no llegarás al verano".

A ambos lados de la calzada, los curiosos asistían al desfile con la boca abierta. Hubo quien se sumó, muchos se detuvieron hasta que pasara toda la comitiva y otros apenas prestaron un par de segundos a la escena mientras rechazaban el panfleto que chicos ataviados con petos de UGT o CCOO trataban de entregarles.

Los más serios, sin duda, fueron los efectivos policiales que vigilaban la marcha. Para ellos también hubo. "Menos maderos y más carpinteros", soltó un altavoz mientras la manifestación pasaba por delante de la comisaría junto al Pignatelli, aunque nada en comparación con las veces que sonó el grito más escuchado. "Ni un paso atrás".