El debate político vendrá acuciado, sin duda, por la situación del Real Zaragoza y su futuro inmediato. Por las necesidades de obtener ingresos adicionales a los actuales, por la presión de una afición que ya ha pedido en la calle la ayuda de las instituciones y la responsabilidad de no ser el motivo de su posible final. Desde el propio club así lo reconocieron ayer a este diario: "Esta obra es necesaria para el futuro del club, nos permitirá afrontarlo con solvencia. Quienes se opongan pueden acabar por destruirlo y provocar su cierre". Será un procedimiento largo y pasará por el pleno municipal. En un futuro incierto, el de la nueva corporación que surja de las elecciones y con un precedente claro: la Justicia detuvo el inicio de los trabajos en el 2007 con un proyecto y una concesión similares.