El Ayuntamiento de Zaragoza no deja de ofrecer al ciudadano capítulos gloriosos de respeto, buena educación y de mantener las formas. Sería lo deseable pero está lejos de ser real. La última entrega de una absoluta pérdida de los papeles, y ya van muchas, llegaba ayer de la mano del concejal socialista Roberto Fernández, en su enfrentamiento con el edil de Zaragoza en Común (ZeC) Pablo Híjar, en la Comisión de Urbanismo. Ambos se enzarzaban con insultos y graves acusaciones personales, y casi acaban llegando a las manos dejándose llevar por la tensión del momento. Solo una butaca vacía les separaba y el tono fue en aumento ante el bochorno y la vergüenza ajena de quienes le acompañaban en un salón de plenos al que ya se le ha perdido todo el respeto,

«Es usted un mierda», le dijo Fernández a Híjar en uno de los momentos álgidos del encontronazo, que había comenzado con una amenaza velada: «Está molestando constantemente. Y no sabe este individuo la suerte que tiene», comenzó a decir en alto el socialista mientras Híjar le mandaba callar cuando su compañero Pablo Muñoz estaba en el uso de la palabra. No se sabe si hubo algún improperio previo, ya que hablaban a micrófono cerrado, pero encendida la mecha, solo quedaba incendiar la comisión a base de descalificaciones.

Hijar le recriminaba las «amenazacitas» porque «no eres el amo del calabozo, señor Roberto». «Las faltas de respeto tuyas son reiteradas», insistía. «Además hacéis como los niños malos del cole que cuando os recriminan una falta de respeto dicen: ay profesor, profesor, que el de al lado está hablando».

«El único que ha amenazado en esta vida eres tú», replicaba Fernández a continuación, recordando el episodio en el consejo de Zaragoza Vivienda en el que, tras votar en contra del proyecto de Pontoneros, «me dijo te vas a enterar, mafioso». Versión que Pedro Navarro confirmaba. «Tiene suerte pero porque el señor Fernández decidió no llevarle al juzgado por amenazarle», añadía. «¿De qué te amenacé? ¿De muerte, de no saludarte?», respondía Híjar, que admitía lo de mafioso pero como «términos poco adecuados». «Pero no le amenacé y luego me disculpé»», reiteraba.

«Este individuo infecto me ha dicho que soy un mafioso y no voy a poder defenderme. A mi eso, en un pleno, en un autobús o en la calle no me lo dice nadie, porque no lo soy». Broche del socialista al bochorno.