La trashumancia es la seña de identidad de Guadalaviar, una pequeña localidad de la Sierra de Albarracín en la que la supervivencia de su escuela, según apunta su alcaldesa, Begoña García, ha estado "siempre" muy ligada a esta tradición.

Este curso, el colegio iniciará las clases con 9 alumnos, aunque la cifra descenderá a cinco cuando varias de las familias abandonen la localidad rumbo a otra comunidad de España con el ganado. "Mantener una escuela en un pueblo es fundamental porque da vida ver a los chavales en el recreo, al salir de clase o simplemente jugando en las calles. Es una pena tener que estar cada verano pendiente de si tendremos suficientes alumnos o no, pero la realidad es que cada vez más gente se marcha delos municipios", recalca García.

El centro escolar de Guadalaviar, que contará con estudiantes de edades comprendidas entre los 5 y los 9 años, tiene dos profesoras asignadas para este curso y a ellas se sumarán los interinos. "A ver si logramos contar también con un docente de apoyo y entonces ya serían tres", dice esperanzada la alcaldesa, que cumple su primer año al frente del Ayuntamiento de Guadalaviar. "Siempre he estado muy vinculada al pueblo, mi familia es de aquí y me siento muy arragaida", explica.

García añade que "todos los vecinos" consideran el mantenimiento de la escuela "como una fuente de energía" para el entorno. "No es cuestión de si están contentos o no por la noticia, sino de que se sienten más vivos", indica la primera edil.