Teresa Romero permanece recostada en la camilla sobre el lado derecho. Es la postura en la que se siente más cómoda para respirar después de que el miércoles por la noche sufriera una crisis respiratoria tras unas complicaciones en el pulmón izquierdo. Ayer por la mañana empezaron a suministrarle el suero experimental ZMapp, que llegó congelado al Carlos III el jueves por la noche desde Bélgica. La paciente ha experimentado una notable mejoría en su estado de ánimo. Por la tarde, se retiró unos minutos la mascarilla de oxígeno y pudo hablar con la médica internista del hospital de La Paz que entró a visitarla.

Las últimas analíticas a la paciente han desvelado que su carga viral ha disminuido, aunque sigue baja de defensas. Monotorizada, sus constantes vitales son aceptables dentro de la gravedad de su situación. Ayer por la tarde su presión arterial, por ejemplo, era de 107/75. Teresa sigue alimentada por vía intravenosa, está sondada y continúa necesitando una mascarilla para respirar. Romero sigue sin levantarse, incomunicada y sin móvil para estar tranquila, pero con mucho mejor ánimo tras el empeoramiento del miércoles y el jueves.

En cualquier caso, la batalla no está ganada y la docena de médicos que la atienden saben que el nuevo fármaco que le están suministrando no es determinante. Se le suministró a Miguel Pajares y murió. Por el contrario, se les administró a dos misioneros estadounidenses y superaron la enfermedad.

Anoche la dirección del centro médico se limitó a señalar que la paciente continuaba estable, dentro de la gravedad. En el momento en que ingresó, la técnica de enfermería ordenó a la gerencia del Carlos III que solo se facilitara información sobre su estado de salud a su madre, en Lugo, y a su único hermano, José María, que el jueves se trasladó desde Galicia a Madrid para estar cerca de Romero y su cuñado. La madre de Romero hizo ayer un llamamiento en los medios de comunicación para que la gerencia del hospital la llamé más a menudo para estar al tanto del estado de su hija, y no enterarse por los periodistas. El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijó, intercedió ante el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, para que mantuvieran informada a la familia. A la grave enfermedad de Romero se ha juntado en las últimas horas la incomprensión e insensibilidad de ciertas personas. Su hermano, José María, trabajaba hasta el jueves de carpintero. Cuando su encargado se enteró de que viajaba a Madrid para estar con su hermana, el hombre le pidió que no volviera más "por si acaso". Ni su hermano ni nadie ajeno al personal médico del centro ha podido entrar a visitar a Teresa desde que fue trasladada al Carlos III. Y su marido, Javier Limón, con el que convivió en la misma casa durante una semana y ya con décimas de fiebre, sigue sin síntomas y dando negativo en las pruebas.