Laura Sebastián ha trabajado durante nueve años en la farmacia que regentó, hasta ser detenido, el único boticario de Cariñena, en Zaragoza. Ahora este establecimiento permanece cerrado por orden judicial y esta auxiliar teme perder su puesto laboral.

No duda en defender la labor de su jefe, rechazando con rotundidad que Manuel Montero, que está en prisión provisional, realizara recetas falsas para revender productos. "¿Cómo íbamos a elaborarlas? ¿Con un talonario de médicos?", apunta mientras afirma que eso es imposible. Al igual que el abogado de este hombre, el penalista Rafael Ariza, esta mujer apunta a que el trabajo realizado en este dispensario de medicamentos "fue legal y no estuvo oculto en ningún momento a nadie". "Los cuatro trabajadores somos como una familia y no hemos visto nada raro de Manuel", apostilla.

Esta trabajadora resalta que pudo hablar con Manuel Montero antes de que entrara en la cárcel y que éste le mostró su desconcierto por lo que estaba ocurriendo. Sebastián reconoce que no entiende de procesos judiciales, pero que el magistrado debería dejar abrir su botica porque "los ciudadanos necesitan estar bien atendidos y ahora las cosas ya no son como antes y me lo dicen todos los días". De hecho, muchos cariñenenses están recogiendo firmas para pedir que se reabra la farmacia que atiende a unas 3.500 personas.

Pero no solo lamenta esta situación por cómo está afectando a su municipio, sino también a nivel personal porque "estoy cayendo en una depresión". "Soy una persona muy activa y no puedo hacer lo que me gusta, además tengo que pagar la hipoteca de una casa que me compré porque mi trabajo era seguro", señala.

Similar estado de desconcierto se vivió ayer durante los registros de las farmacias de Zaragoza. En las calles Violante de Hungría, 10 y Pablo Neruda, 26. En el establecimiento de la Romareda, propiedad de los hermanos Alquézar Ballano, efectivos de la Benemérita examinaron durante horas la documentación incautada mientras la incredulidad crecía en el exterior. Clientes, vecinos y repartidores se sorprendían de toparse con la persiana a media altura. Una mujer incluso trató de entrar al establecimiento pero un agente le cortó el paso. "Está cerrado, señora". Un jubilado preguntó intranquilo: "¿Pero va a estar abierta por la tarde? Si no me hacen la puñeta". Por la tarde, también fue detenido el farmacéutico de 80 años José Antonio Ortiz y se precintó su establecimiento de la calle La Caza, en Valdespartera, cuya apertura fue muy celebrada en el 2013.