Sin que suene a inmodestia, podemos calificar esta Expo como un éxito". Así lo aseguró el presidente de Expoagua, Roque Gistau, quien hizo un balance muy positivo de los 93 días de muestra, a pesar de las críticas recibidas en días anteriores, por ejemplo, del presidente del Bureau International des Expositions (BIE), Jean Pierre Lafon, quien lamentó la escasa repercusión internacional, las pobres cifras de turistas extranjeros y la desafortunada presencia de pabellones más interesados en el beneficio comercial de sus tiendas que en el mensaje del agua.

Gistau se presentó ante los medios acompañado por sus tres directores generales: Jerónimo Blasco (Operaciones y Contenidos), José Luis Murillo (Recursos y Medios) y Eduardo Ruiz de Temiño (Construcción). Y no dudó en rebatir las valoraciones de Lafon asegurando que "la presencia de grandes dignatarios de todo el mundo mide el eco que ha tenido la muestra". En este sentido, señaló que por Zaragoza han pasado casi 150 altos representantes de otros países, entre jefes de Estado, casas reales, jefes de gobierno, primeros ministros, viceministros o secretarios de Estado.

Pero, en su opinión, lo más importante es que se han cumplido objetivos como dotar de un contenido formativo a la muestra, conseguir un aprovechamiento óptimo de los elementos del recinto, reducir al máximo el consumo energético y, sobre todo, dejar como legado la Caja Azul y la Carta de Zaragoza.

Sobre la difusión, otro de los aspectos más criticados, destacó que para la muestra se han acreditado 8.700 periodistas de 2.000 medios de comunicación y que la rentabilidad de la información que ha generado es de "unos cien millones de euros".

Por lo que respecta a los pabellones con clara vocación comercial, asumió que "al menos en diez casos" han superado el espacio permitido (el 20% del pabellón) pero mantuvo que Expoagua ha sido "muy estricto" y son un porcentaje mínimo.

En la misma línea de valoración interpretó los resultados finales de la Expo el director general de Operaciones y Contenidos, Jerónimo Blasco, quien destaco que "se ha superado el reto de dar cabida a seis millones de visitantes en un recinto pequeño y en un plazo insólitamente corto". Además, hizo hincapié en las "enormes dificultades" que entrañaba para los concesionarios a la hora de rentabilizar su inversión, y aún así "lo han superado obteniendo beneficios". Así, en las tiendas se han recaudado en total 8,6 millones de euros, 3,7 en los pabellones y el resto (4,94) en empresas concesionarias. También fue positivo en la restauración, donde se ha recaudado 52,1 millones de euros, con un gasto medio por visitante de 11,5 euros.

Blasco resaltó la valoración que el visitante hace de la muestra, con un 7,73 de media global, y con la atención sanitaria, el trato del personal, la seguridad o la limpieza como elementos mejor considerados. La restauración, las tiendas, los pabellones y los aparcamientos están, por contra, por debajo de la media.

Además, a pesar de las críticas, afirmó que el fast pass es uno de los elementos que mejor ha funcionado. Sus 1,7 millones de usos (79,9% del total disponible) han motivado a Expoagua a recomendar al BIE que sea de uso obligatorio en las próximas ediciones. "No se debería permitir lo que han hecho aquí algunos pabellones con colas de tres y cuatro horas", indicó en clara alusión a países como Japón, Alemania o Kuwait que optaron por no utilizarlo. "En el acuario, sin fast pass, habríamos tenido colas de seis horas al final de la Expo", añadió.

El director general de Operaciones también se felicitó porque "los aparcamientos han funcionado mal", un dato "positivo", ya que el 40% de los visitantes ha optado por el autobús, el 27,5% por el coche y el 18,9% a pie. En el resto de opciones destaca el pobre resultado del transporte fluvial. Los barcos solo han llevado al 0,1% de los visitantes.