Luisa Fernanda Rudi no estuvo cómoda en casi ningún momento de la campaña. Incluso las encuestas de su partido indicaban que Aragón era un escenario electoral incierto. Sin embargo se atuvo al guión previsto. Finalmente, la realidad le estalló en las manos y sus peores temores tomaron forma. Tuvo la sensatez suficiente como para no escudarse en su condición de más votada y entender que había sufrido (ella y otros candidatos, salvo en Teruel capital y alguna otra localidad como la Tarazona de Beamonte) un auténtico descalabro. Podrá consolarse, sin embargo, al contemplar otros desastres sufridos por el PP, especialmente la sonora derrota en Madrid. Rajoy se tambalea. Los augurios ante las generales son pésimos. Pero... ¿dimitirá alguien?