Los pequeños comercios tradicionales están desapareciendo. De los 73 establecimientos abiertos actualmente en la calle Alfonso I, tan solo doce pertenecen a tiendas de proximidad. Las últimas grandes marcas en incorporarse a la concurrida calle han sido Pans&Company y Alain Afflelou hace apenas unos meses, que se suman a la gran retahíla de franquicias que están aprisionando a los pequeños comercios locales, que cada vez cuentan con menos superficie en una de las principales vías comerciales de la capital aragonesa.

Este relevo comercial viene siendo notable desde hace varios años y, sobre sus causas, cada comerciante tiene su propia versión. Entre ellas el relevo generacional, la excesiva burocracia y los efectos de la crisis que aún no ha terminado. Pero, en lo que todos los pequeños comercios se ponen de acuerdo es en que los alquileres son, cuanto menos, elevados. Hasta el año 2014, la Ley de Arrendamientos Urbanos de 1994 permitía a los contratos de alquiler otorgados antes de mayo de 1985 pagar precios muy inferiores al valor del mercado. Sin embargo, con la finalización de estos alquileres de renta antigua hace dos años, muchos de los propietarios de la calle Alfonso pasaron a pagar hasta diez veces más para poder mantener sus establecimientos, unas cantidades que oscilan entre los 6.000 y 12.000 euros mensuales, por lo que muchos comercios locales se vieron obligados a echar el cierre.

"Las grandes corporaciones son las que pueden afrontar los alquileres elevados", explica María Pilar Martínez, representante de la Asociación de empresarios del Sector Alfonso. "A las franquicias --añade-- no les supone un problema invertir en un local caro, porque si el negocio no funciona no va a perjudicar a la economía de la empresa, la firma continuará con su actividad sin mayores problemas". El caso es diferente cuando "no hay una importante marca detrás que pueda asimilar estos golpes", apunta Martínez.

Desde la tienda de bisutería Bellostas coinciden en que los alquileres son el mayor inconveniente de las tiendas zaragozanas. "Están abriendo muchos comercios, pero al poco tiempo cierran porque no pueden afrontar los altos precios, y a los pocos comercios tradicionales que quedan como el nuestro les está afectando también mucho la crisis", comenta una de las trabajadoras del local. Bellostas lleva en la calle Alfonso desde 1908 ofreciendo artículos artesanos, de mucha calidad y muy variados que no se pueden encontrar en otras tiendas. Y esa, dicen, es su mayor ventaja para mantener su establecimiento y a sus clientes.

Los comercios locales son minoría, pero el problema, según los empresarios de la zona, ya no es solo el número de franquicias y grandes comercios, sino que ni siquiera estos podrán mantener su local si continúan solapando su oferta con otros comercios. Cinco tiendas están especializadas en la venta de cosméticos y perfumería, doce en bisutería y complementos, seis en recuerdos... «Hay una oferta muy igualada, y la demanda no la cubre», explica Martínez. «Es lógico que muchas tiendas cierren aunque sean franquicias, ya que hay demasiadas que venden artículos similares», añade.

Desde dicha asociación también se quejan del exceso de burocracia que deben cumplir y la normativa poco clara que hay al respecto. Martínez entiende por qué se quiere mantener la estética antigua de la calle, pero no que esto suponga limitar las ventas. «Llevamos varios años pidiendo toldos para poder abrir antes por las tardes sin que moleste tanto el sol», añade, y lamenta no poder llevar a cabo cambios como este que favorecerían notablemente a los negocios.

Los comercios más tradicionales deben hacer frente a otro problema que es, en bastantes casos, mayor: la falta de relevo generacional. «Son muchos los hijos que no quieren continuar con el negocio familiar una vez el dueño se jubila», expone Martínez, dueña de la joyería Dekhan. Si no hay interés de los más jóvenes, muchos negocios tradicionales se ven abocados al cierre. Del mismo modo, varios comerciantes añaden que la apertura de grandes superficies comerciales como Puerto Venecia está influyendo también a la pérdida de clientes del centro de la ciudad. Aún así, para muchos empresarios el mayor obstáculo que tienen que superar sigue siendo la crisis que, afirman, no ha terminado todavía.

REVITALIZACIÓN

Tras la declaración del Casco Histórico como zona de gran afluencia turística en el 2013, las tiendas de la calle Alfonso pudieron abrir los domingos y festivos. Así, la vía comercial ha liderado la revitalización del centro zaragozano.