Los ganaderos del Pirineo aragonés están dispuestos a aceptar la reintroducción unilateral del oso por parte de Francia, siempre y cuando la Administración extienda las compensaciones económicas por los daños (que ahora se limitan a la muerte de reses) y construya infraestructuras que faciliten el mantenimiento de los rebaños en alta montaña.

"Actualmente se nos indemniza por cada oveja muerta, pero no se tienen en cuenta otras pérdidas, como el estrés que sufren los rebaños atacados, que se traduce en abortos, interrupción del celo y una baja de la producción", apunta Martín Gastón, que es ganadero en Ansó.

Convencidos de que la suelta de osos es difícilmente compatible con el pastoreo, los ganaderos exigen además que se construyan infraestructuras que faciliten su labor. "Necesitamos caminos de acceso a los puertos, corrales y refugios en condiciones, pues los que existen están abandonados", señala por su parte Antonio Casajús, presidente de la Asociación de Ganaderos del Valle de Echo y miembro del sindicato agrario UAGA.

ZONAS AMENAZADAS "De lo que se trata es de minimizar los problemas que puedan producir los osos tanto donde siempre ha habido, como es el caso de Ansó, como en las zonas del Sobrarbe y la Ribagorza amenazadas por las últimas sueltas en Francia", señala Maximino Portaña, un ganadero de la zona de Jaca.

Para los pastores, todas las obras que proponen, incluidas las vallas electrificadas, constituyen medidas de prevención ante un "enemigo" que el año pasado atacó a cuatro rebaños y que, en lo que va del 2006, ha supuesto un desembolso, por parte de la Administración, de más de 300.000 euros en compensaciones, inversiones en seguridad y subvenciones agroambientales.

Los representantes de los ganaderos tendrán ocasión próximamente de exponer sus condiciones, pues en torno al 5 de junio está prevista una reunión con la Administración para abordar las medidas compensatorias por la reintroducción del oso.

Por si fuera poco, el encuentro habrá sido previamente caldeado por la Estrategia Nacional de Conservación, un documento relativo a los plantígrados que será sometido a la aprobación de la conferencia sectorial de Medio Ambiente los días 2 y 3 de junio.

Los ganaderos, que el pasado 23 de mayo se manifestaron en Huesca contra la suelta de osos, afirman que la política de repoblación actual arruinará sus explotaciones y exigen al Ministerio de Medio Ambiente español que renuncie a cualquier proyecto para reintroducir los plantígrados en el Pirineo.

El Gobierno de Aragón, cogido entre dos fuegos, asegura que no tiene ningún plan para recuperar el oso pardo. "La DGA no firmará ningún convenio que no cuente con el acuerdo mayoritario del territorio", señaló recientemente el consejero aragonés de Medio Ambiente, Alfredo Boné.

"Nosotros siempre hemos reiterado nuestra oposición a este proyecto, si antes no cuenta con el consenso de los habitantes, un marco financiero adecuado y la participación de Aragón en las decisiones técnicas", agregó el consejero. "La reintroducción del oso en Aragón está totalmente descartada", apuntan fuentes de su gabinete.

EL CASO DEL BUCARDO Y es precisamente "la falta de voluntad política" del Gobierno de Aragón para asumir un proyecto de repoblación de plantígrados lo que provoca las iras de las organizaciones ecologistas, en palabras de Mariano Polanco, de Ecologistas en Acción.

"Nosotros preferimos hablar de reposición más que de reintroducción, pues se trata de reponer ejemplares que, en la mayoría de los casos, han muerto trágicamente a manos de los cazadores, en trampas o envenenados", indica Polanco, para quien la vuelta del oso al Pirineo aragonés "tendrá efectos positivos".

Por un lado, en su opinión, se recuperará una especie que "siempre ha estado presente en la cordillera y que no podemos permitirnos perder, como ya pasó con el bucardo". Por otro, los plantígrados se convertirán en un reclamo turístico que revitalizará los valles pirenaicos.

"La reposición del oso es compatible con el pastoreo", subraya Polanco, para quien la figura del pastor "es esencial para el equilibrio ecológico del hábitat pirenaico".

La opinión pública de los valles afectados por la reimplantación del oso se muestra dividida. "Los osos espantarán a los turistas", mantiene un hostelero de Ansó que no quiere revelar su nombre. Sin embargo, algunos vecinos del núcleo pirenaico piensan que "puede ser un atractivo más" en un valle en el que la ganadería tradicional no es suficiente para sostener la economía.