Al físico Niels Bohr se le atribuye la frase: «Es difícil hacer predicciones, en especial sobre el futuro». Y en el caso de los Presupuestos públicos sucede lo mismo ¿Hasta qué punto es fiable la predicción de ingresos tributarios realizada por el Gobierno, que espera llegar en el 2018 a un nivel sin precedentes de 210.015 millones de euros, con un aumento del 4,5% respecto a lo previsto en el 2017, muy por encima del crecimiento económico estimado?

En las dos últimas legislaturas del PP, entre el 2012 y el 2017, el desfase entre lo presupuestado y lo efectivamente recaudado supera los 28.000 millones de euros acumulados, según los datos de ejecución del Ministerio de Hacienda. En ninguno de los ejercicios se han cumplido las estimaciones realizadas previamente por el Ejecutivo.

El último ejemplo se produjo con los datos del año pasado. En las cuentas para ese ejercicio, el Gobierno estimó unos ingresos tributarios de 200.963 millones de euros, que ya constituían un auténtico récord y unos 15.000 millones más que el ejercicio precedente, gracias a la mejoría experimentada por el conjunto de la economía.

Finalmente se recaudaron 198.100 millones, casi 3.000 millones menos de lo previsto. Lo que sí que se ha cumplido es el objetivo de déficit, que cerró el 2017 en el 3,07% del producto interior bruto (PIB), según los datos proporcionados por el propio Ministerio de Hacienda.

En el 2018, si es que el Ejecutivo de Mariano Rajoy consigue atar el apoyo de los nacionalistas vascos del PNV, imprescindible para que los Presupuestos salgan adelante, el crecimiento económico previsto, a pesar de haberse revisado al alza, desde el 2,3% hasta el 2,7%, es inferior al 3,1% del año pasado. Además está previsto reducir la recaudación en unos 3.000 millones (2.000 millones por las medidas para favorecer a las renta bajas y medias a través del impuesto de la renta (IRPF) y 1.000 millones por el aumento ya contemplado en las pensiones mínimas y no contributivas).

En esta ocasión, el Gobierno espera recaudar casi 12.000 millones más de los efectivamente ingresados en el 2017 a pesar de todos esos condicionantes, según el anteproyecto aprobado el martes. En el pasado, la técnica del Ejecutivo para cumplir las previsiones y los objetivos, o aproximarse a ellos, ha consistido en poner en marcha ajustes a medio ejercicio (subidas de impuestos o recortes de gasto o una combinación de ambas medidas).

CREDIBILIDAD

Lo cierto es que la historia da poco margen para la credibilidad de las previsiones de ingresos. En la anterior legislatura, en la que Cristóbal Montoro también era ministro de Hacienda, no acertó ni un solo ejercicio y obtuvo recaudaciones por debajo de lo que había presupuestado. Y lo mismo ha sucedido en la actual.

También fallaron sus predecesores, en especial Elena Salgado, vicepresidenta y titular de Economía durante la segunda legislatura del socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Entonces, con 75.000 millones menos entre el 2008 y el 2009, se vieron vapuleados por los efectos de una crisis que negaron hasta el último momento.

Montoro no se ha destacado en los últimos años por ingresar lo que prometía en el borrador de sus cuentas. El peor ejercicio fue el del 2013, aún achacable a la crisis y con un descenso de la actividad peor del que se había previsto. En total se produjo un desvío de 9.013 millones. La tendencia siguió en los años siguientes pese a la recuperación.

Los avisos sobre la práctica de sobreestimar los ingresos proceden de distintos frentes. Con respecto a las cuentas del 2016, el presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), José Luis Escrivá, ya denunció en el Congreso que el Gobierno hinchó en unos 26.000 millones los ingresos. El objetivo era una previsión positiva de recaudación para prever más gastos y, en caso de que se incumplan los pronósticos, aplicar recortes.

ETAPA DE ZAPATERO

En todo caso, los desfases no son siempre en negativo, también se producen sorpresas agradables para las arcas públicas, con más ingresos de los que se habían estimado. En la primera etapa de José Luis Rodríguez Zapatero, con Pedro Solbes como gestor económico, la característica fue precisamente esa, con un punto máximo en el 2006, con 14.064 millones de euros de más. Entonces, la recaudación por el IRPF, sociedades e IVA superó con creces los cálculos del Ejecutivo.

También Rodrigo Rato recaudó más de lo que había presupuestado durante la primera legislatura de José María Aznar. La tendencia siguió durante la segunda, con Montoro ya como titular del Ministerio de Hacienda. La excepción fue el 2001, al ingresar 1.103 millones menos de los previstos. Los mayores desajustes se produjeron en el 2008 y el 2009, con Elena Salgado como titular de Economía.