No podía faltar en un día de reivindicación y solemne actividad en las Cortes el grupo de ciudadanos que más frecuenta la institución y que está a punto de llevarse el premio a la constancia: Stop Sucesiones. Con sus camisetas y pancartas dieron la bienvenida a los mil invitados que asistieron al Día de Aragón.

Hasta hace unos años, había codazos por asistir a actos como este. No es el caso ahora, en el que la mayoría cumple con su obligación protocolaria y se da el piro en cuanto puede. Cierto es que se acabaron los años en los que actos de este tipo daban para hacer negocios, nuevas amistades, alguna que otra broma o incluso para salir cenado. Ya nada es como los años precrisis, o lo que es lo mismo en Aragón, los años preExpo. Ahora no da ni para un vermú. Por eso algún que otro ciudadano (desde que Podemos preside la Mesa este día se abre la sesión a 300 habitantes de a pie) salió decepcionado pensando que aquello era otra cosa, con más dispendio y menos palabras.

Una gran mayoría de la Cámara se ha renovado en tan solo tres años, pero sorprende ver cómo los que aún son nuevos se mueven con soltura propia de veteranos en actos de este tipo. Como pez en el agua, aunque lleven camisa por fuera o pendientes en la nariz. Algo que ya no asusta ni a los militares y altos jerarcas de la Iglesia que comparten con ellos alfombra y copita de Somontano. Tan pronto te saludan a Cesáreo Alierta como al activista antidesahucios. Son los avances del Aragón plural. Los nuevos disfrutan como veteranos y los veteranos, en cambio, salen escopeteados.

Lambán cambió el tópico de citar a Gracián por el de Lope de Vega, con un discurso en el que las barras aragonesas tomaban un color naranja que entusiasmó a los que ansían un Gobierno en el que Ciudadanos corte el bacalao. Los aragoneses somos así: nos ponemos reivindicativos y cuando nos sentimos amenazados por los delirios independentistas nos coge un arrebato proespañolazo que provoca que una parte del Gobierno, la que preside José Luis Soro, no aplauda los discursos de quien les da amparo en el Pignatelli. Tampoco llegará la sangre al río entre socios, y menos a estas alturas de la película. La dialéctica todo lo puede justificar. Ya volveremos a defendernos del trasvase, a lamentarnos por la despoblación y al déficit de infraestructuras mañana.

Hasta el tópico ese que puso de moda José Ángel Biel y ahí se ha quedado para discursos posteriores de quienes fueron incluso adversarios de que Aragón fundó España. Algo que depende de a qué historiador se le pregunte. La Historia, como bien sabemos, es manipulable y cambiante como una veleta.

La réplica al discurso de Lambán la puso una voz anónima al grito de «¡Viva Aragón!», contrarreplicado de inmediato por una voz marcial que lanzó un «¡Viva España!» que dio paso a una extravagante versión del ya de por sí extravagante Himno de Aragón.

El Justicia de Aragón, Ángel Dolado, se estrenó en el puesto. No podía haber día más oportuno. Se esperaba una delegación de las Cortes valencianas que al final no apareció. El alcalde, al lado del Ejército y el delegado del Gobierno.

Estuvieron los diputados y senadores, los empresarios, los miembros de todos los partidos y gran parte de ese Aragón social que se autoexamina todos los 23 de Abril.