Ontiñena tiene 14.000 hectáreas de monte. Se riegan 3.000, otras 3.000 están en proceso de transformación en regadío y, desde hace unos días, los paisanos ven que otras 3.000 tienen números para acoger el complejo de casinos y parques temáticos Gran Scala. La inmensa mayoría de los vecinos ha dado el visto bueno a la propuesta de leasing que plantean los promotores para comprar sus tierras si el proyecto se concreta.

Ayer a mediodía se respiraba euforia en la Taberna Aragonia, situada junto a la serpenteante travesía del municipio más occidental del Bajo Cinca. También escepticismo. Y una mezcla de pragmatismo e ironía. "Aquí la gente está de acuerdo. Pero ¿está la pasta? Eso es lo que hace falta saber", comenta un parroquiano. "Han dado muchas vueltas para venir a parar aquí. No sé yo...", apostilla otro antes de que un tercero suelte que "aquí, por 9.000 euros, nos vendemos la tierra, la mujer y hasta el tractor".

Los vecinos, labradores y ganaderos --a menudo ambas cosas-- en su mayoría, defienden las ventajas de su monte para que, si se ha de construir, Gran Scala se contruya allí. Tiene agua, gas, el AVE y la autopista cerca y las torres de la Aragón-Cazaril pasan por uno de sus límites. "Esto está de p... madre, mejor que La Almolda", explica Fernando mientras muestra la zona desde el Tozal de Macariet.

No obstante, también se acuerdan --algunos entre muecas y risas-- de aquellos altor hornos de Ontiñena que a mediados de los años 90 iban a crear 2.500 puestos de trabajo en el pueblo y que al final se quedaron en agua de borrajas.

"Esto empezará como un polígono y luego se quedará empantanado", dice Alfredo desde uno de los tozales que dominan Valcarrera y San Gregorio, donde posee algunas tierras. "Bueno. Si te pagan, como aquel...", tercia Félix, pastor retirado que ha pasado décadas en esos montes. "Sí. Hazte cuenta que te ha tocado la lotería", asiente Alfredo.

A los vecinos de Ontiñena les llaman la atención las grandes cifras de Gran Scala: 32 casinos, cinco parques temáticos y 200 hoteles en 25.000 hectáreas por las que los promotores aseguran que pueden pasar 25 millones de personas cada año. "¿Y de dónde saldrá tanta gente para venir a jugar?", se pregunta Alfredo, que añade que "yo, las perras que me den me las pienso guardar". "Yo tampoco me las juego", anota José Manuel.

Los responsables de International Leisure Development, el pool de empresas que promueve Gran Scala, sigue sosteniendo que "la financiación nunca ha sido un problema para nosotros". La gente de Ontiñena no lo pone en duda, aunque consideran --como cualquier persona corriente-- mareantes las cifras. "Si lo hacen todo, hay faena para cien años. Solo hace falta la manteca", resume José Manuel.

Junto a los caminos que llevan a Valcarrera y San Gregorio se ven grandes tubos de hormigón cuya instalación permitirá ampliar la superficie de regadío del pueblo, uno de los que llevan esperando casi un siglo --desde 1912-- a que se termine la Ley de Riegos del Alto Aragón. Pero allí no va a llegar el riego. A los pies de la ermita se ven campos de cebada sin cosechar. "No vale la pena meter la máquina", explica Félix. "Con el grano que sacas no la pagas", añade. Eso ha ocurrido en siete de los ocho últimos años. Desde esa perspectiva, cualquier destino para la tierra parece mejor que la agricultura en un monte en el que algunos años llueve menos que en el Sáhara. Y que en Nevada, el desierto en el que se levanta Las Vegas.