El de estudiantes universitarios fue uno de los colectivos más damnificados de la primera huelga del tranvía. El campus de San Francisco es uno de los centros de actividad en el eje norte-sur que más usuarios mueve y ayer algunos se vieron sorprendidos por una huelga que conocieron al llegar a la parada o a través del teléfono móvil. Porque los más jóvenes ya conocen las aplicaciones que envían este tipo de alertas casi en tiempo real. Entre los afectados, Diego Peco y Ángel Ortín, que se apeaban del Urbos 3 resignados: «Llegamos tarde a clase ya», aseguraban los dos jóvenes de 20 años.

Ambos explicaban cómo en su parada del Actur habían estado «más de 15 minutos esperando» a que llegara el tranvía. Los servicios mínimos decretados por el ayuntamiento aseguraban que lo haría cada diez. «Y luego ha llegado lleno», añadían.

Que pase a rebosar de gente ya es desde hace tiempo una imagen habitual, especialmente en horas punta, pero ayer el problema no era la importante demanda que tiene que asumir, era una huelga que a todos les afecta, pero que al menos mañana jueves les cogerá prevenidos.