La industria auxiliar del automóvil en Aragón ve en peligro unos 5.000 puestos de trabajo (en torno al 20% de los 25.000 empleos que genera la automoción) y entre 120 y 150 millones en inversiones si Opel España cumple la amenaza de llevarse el nuevo Corsa, según estimaciones del sector. Este insigne modelo, que representa el 50% de la fabricación de la planta de Figueruelas, es el que más actividad e ingresos aporta a los proveedores, donde han saltado las alarmas ante el devenir de los acontecimientos en la mayor compañía de la comunidad y, a su vez, principal motor económico.

Hasta ahora el conflicto laboral se circunscribía a las paredes de la factoría de la Ribera Alta del Ebro, pero el tira y afloja entre el comité y la dirección de Opel España -en manos del grupo francés PSA desde el pasado verano- ha rebasado esos límites. El bloqueo de la negociación del nuevo convenio y la drástica reacción de la compañía hacen que la crisis se haya trasladado a todo su ecosistema productivo. La inquietud es máxima. Y no es para menos teniendo en cuenta el enorme peso económico, laboral y social que representa el sector del automóvil en Aragón.

Las auxiliares se toman muy serio la amenaza de llevarse el Opel Corsa y dicen tener motivos para ello. A menos de dos años para el lanzamiento de la próxima generación del modelo, a finales del 2019, no hay constancia de que la compañía haya adjudicado contratos (cartas de nominación, en el lenguaje del automóvil) de piezas o componentes a proveedores aragoneses. Hace ya meses que esta situación viene inquietando a las empresas dependientes de Figueruelas, ya que lo habitual es que tres años antes del inicio de la producción de un vehículo se vayan cerrando pedidos. El anunció de ayer de paralizar inversiones y estudiar un lugar alternativo para la fabricación de este coche ha elevado esa preocupación al grado de alerta.

El lanzamiento del nuevo Corsa se pospuso hace un año del verano del 2018 a finales del 2019. Los plazos para llegar a esa fecha son ajustados teniendo en cuenta que un año antes del inicio de la fabricación en serie se ensamblan los prototipos y a día de hoy no hay utillajes, moldes o diseños cerrados con las firmas auxiliares. En torno a medio centenar de empresas aragonesas están ligadas a este turismo, entre ellas grandes firmas como Lear, Cefa o Bosal. La desaparición de este modelo haría también estragos en empresas de servicios o de transporte al reducirse notablemente el movimiento de vehículos.

«El peor escenario» / Ante este panorama, la reacción del Clúster de Automoción de Aragón (Caar) no se hizo esperar. En un comunicado, la entidad, que agrupa a 61 empresas, mostró su preocupación por Figueruelas y la posible fuga del Corsa, que representaría «el peor de todos los escenarios posibles, con implicaciones directas no solo para la planta y su plantilla, sino para buena parte de la industria auxiliar».

En este contexto, el clúster instó a las partes «a retomar cuanto antes las conversaciones» que permitan alcanzar un acuerdo que sostenga el «futuro industrial de la planta y la actividad de su parque de proveedores». Para ello, desde el Caar apelan al pasado de Figueruelas, donde se han vivido otras situaciones difíciles que empresa y comité supieron superar con «grandes acuerdos». «Haca falta un dialogo fluído y continuado, darle tiempo de maduración y que nadie se levante de la mesa», subrayó a este diario Benito Tesier, presidente del clúster. A la espera de lo que ocurra, el sector cruza los dedos.