El éxito de las aerolíneas de bajo coste se explica por haber hecho posible a muchos más usuarios la opción de viajar en avión a un precio asequible basándose en la eficiencia en costes y el cambio organizativo. ¿El secreto? La simplificación de los servicios ofrecidos a bordo, el menor uso de intermediarios en la distribución, la elevada utilización y rotación de las aeronaves, el aumento de capacidad, menores costes de personal y una selección de rutas estratégica. Los pasivos de un modelo de negocio obsesionado por la reducción de costes son las incomodidades derivadas de la menor disponibilidad de espacio y los sobreprecios asociados al consumo de servicios complementarios al transporte. Pero incluso así muchos usuarios lo prefieren.

Internet ha sido un gran aliado estratégico en facilitar que el usuario asuma muchas de las gestiones asociadas a la contratación del servicio. El uso diario de la flota de aeronaves es más elevado porque se especializan en trayectos cortos que permiten abarcar en una misma jornada diferentes puntos geográficos. Pagan salarios inferiores, las tareas profesionales son más flexibles y subcontratan los servicios especializados de asistencia en tierra, lo que reduce costes de estructura, ahorra inversiones en formación y agiliza los cambios de pasaje y ruta. Finalmente, se opta por proveer servicios de vuelo de corta distancia desde aeropuertos secundarios, asumiendo menores tasas y beneficiándose.

Al prosperar este modelo, el mercado del transporte aéreo se ha transformado profundamente. La ola de fusiones y adquisiciones ha derivado a una posición de dominio oligopólico de los grandes operadores en los vuelos intercontinentales, mientras se reestructura para irrumpir en el mercado de vuelos a corta distancia con sus propias marcas y productos, incorporando elementos distintivos del low cost.

La proliferación de estas ofertas necesariamente llevará a las compañías de bajo coste a una nueva ola de innovaciones y a modificar el alcance de su servicio. Algunas ya operan desde hubs importantes y muy pronto se situarán en el mercado de vuelos a larga distancia, cuando dispongan de naves más eficientes en consumo energético.

Habrá que delimitar entonces el objeto de la competencia, ya que la estructura necesaria para mantener tripulaciones y equipamientos para largos desplazamientos "que implican horarios y escalas diferentes y exigen más comodidad para el usuario" impedirán alcanzar grandes diferencias de costes.

Se vislumbra más flexibilidad y una hibridación de modelos, tal vez con la llegada de la clase business y nuevos servicios básicos a las compañías de bajo coste, la utilización de aeronaves de menor capacidad en vuelos transoceánicos o el uso de nuevas estrategias de organización en red.