Una de las grandes asignaturas suspendidas y pendientes de aprobar en el mercado de trabajo es la integración laboral de los jóvenes. Muchas voces ya hablan de una generación perdida por las dificultades que tienen para salir del paro y para encontrar un empleo que les permita sobrevivir por su cuenta. Por eso, el plan de garantía juvenil que puso en marcha la Comisión Europea en el 2013 fue recibido como una esperanza. Pero esa garantía de empleo llega con cuentagotas a los jóvenes.

Según un estudio del Observatorio Social de La Caixa, solo el 38% de los inscritos en el programa de garantía juvenil -es decir, casi cuatro de cada diez- estaban trabajando o formándose seis meses después de haberse registrado como beneficiario del plan. Pasar por el programa no garantiza una inserción laboral posterior. La realidad de los jóvenes españoles difiere mucho de la de irlandeses o italianos, los cuales consiguen emplearse en el 71% y 68% de los casos, respectivamente, gracias a estos planes.

Más temporalidad

Aparentemente, el problema del paro juvenil, que se disparó durante la crisis, se ha reducido sustancialmente en tan solo tres años. En la franja de edad hasta los 24 años, llegó a superar el 50%, ahora se sitúa en el 35,46% en Aragón (41,66% a nivel nacional). Sin embargo, a medida que bajaba el paro crecía la precariedad laboral, hasta llegar casi al 50% de temporalidad de los empleos, y también aumentaba el problema estructural de la sobrecualificación con un 38% de los jóvenes que ocupan puestos de trabajo que requieren menos estudios que los que tienen. Y paralelamente, sigue cayendo la cifra de jóvenes aragoneses que logran emanciparse de sus padres, con un 18,9% en el 2016.

El plan de garantía juvenil tiene muchas deficiencias, a juicio de los sindicatos. Entre ellas se encuentra la escasa utilización de los fondos europeos asignados a España debido al retraso en la puesta en marcha de las acciones y al reducido número de jóvenes beneficiarios. Este problema amenaza con dejar al Estado sin cientos de millones del presupuesto inicial al no haberse gastado.

A pesar de los cambios introducidos hace unos meses para reducir la burocracia que tenían que superar los jóvenes a la hora de inscribirse y eliminar casi por completo los requisitos previos, que ahora son de un único día en paro, el ritmo de inscripciones tampoco crece sustancialmente.