Rodrigo Lanza Huidobro volvió ayer a dormir entre rejas -cumplió cinco años de cárcel por dejar tetraplégico a un guardia urbano de Barcelona-, después de que lo decretara la titular del Juzgado de Instrucción número 6 de Zaragoza en un auto en el que resalta que el ataque a Víctor Láinez fue a traición y en el que detalla que el joven antisistema se ensañó con la víctima pateándole la cara una vez que yacía inerte sobre el suelo. Considera que es autor de un delito de asesinato con la agravante de odio.

La magistrada, Natividad Rapún, se apoya en la declaración de los testigos, entre los que estaba uno de los responsables del bar El Tocadiscos y cinco clientes que no están relacionados con este crimen. Todos ellos podrían ser considerados testigos protegidos, tal y como solicitaron ayer la Fiscalía y los abogados de la familia de la víctima, Juan Carlos Macarrón y Alexis Guajardo. Estos apuntaron ante la Policía Nacional que todo ocurrió después de que le llamaran «facha» a Víctor Láinez por llevar de forma visible unos tirantes con la bandera de España.

VERSIÓN / A partir de ahí, según estas versiones, Lanza y Láinez intercambiaron unas palabras y fue cuando la víctima iba a abandonar del lugar cuando recibió un primer golpe en la cabeza que hizo que cayera al suelo inconsciente y continuara la agresión a puñetazos. Llegaron a apuntar que Rodrigo Lanza puso su rodilla sobre el pecho de la víctima mientras le sacudía con un objeto que todavía no ha aparecido. El Grupo de Homicidios de la Policía baraja la hipótesis del uso de un puño americano o mosquetón.

Unos hechos que para la jueza de guardia evidencian la comisión de un delito de asesinato, al ser un ataque sorpresivo, con la agravante de odio puesto que «dio muerte a Víctor Láinez por motivos relativos a la ideología de la víctima tras haberle recriminado o llamado la atención por el simple hecho de portar, en el legítimo uso de su libertad personal, unos tirantes con los colores de la bandera española, tal y como manifestaron testigos presenciales de los hechos».

A ello añade que «vistos sus antecedentes penales y las circunstancias» en las que se produjeron estos hechos, «es preciso evitar una posible reiteración delictiva no siendo descartable que el investigado pudiera protagonizar nuevamente conductas violentas frente a personas que le desagradan, bien por su ideología, bien por los signos externos que la representan».

Frente a ello, Rodrigo Lanza reconoció que agredió a la víctima, si bien ha matizado que lo hizo «en el legítimo ejercicio del derecho a la defensa». De hecho, dio una versión radicalmente opuesta a la ofrecida por los testigos principales para los investigadores.

A preguntas solo de la magistrada y de su abogada, Ana Sebastián, negó que viera los tirantes de la bandera de España (porque llevaba una chaqueta encima) y apuntó que fue la víctima la que le dijo: «Ven, qué haces aquí, sudaca». Entonces Lanza intentó abandonar el lugar y, según su versión, Laínez fue detrás de él esgrimiendo una navaja y ante ello tuvo que defenderse con un empujón y con un golpe en la cabeza. Nada más.

De esta forma se unió a la versión que días antes ofreció su amigo (que fue detenido por un delito de omisión del deber de socorro). Antes de ser puesto en libertad por la propia Policía, señaló que Láinez les había mostrado una navaja. Tal y como adelantó este diario, la Policía Nacional rechazó que el fallecido llevara un arma blanca.

ANTECEDENTES/ La argumentación de Lanza ya la empleó en el caso del guardia urbano herido. En aquella ocasión, señaló que su arresto respondió a un componente racial. «Dónde están esos putos sudacas de mierda, y fueron a por nosotros, así de claro», afirmó Lanza a los medios de comunicación, a la vez que apuntó que «quizás pensaron que era más fácil condenar a tres sudamericanos que a tres ciudadanos catalanes».