Que a menos de dos meses de adjudicar unas obras valoradas en 15 millones de euros solo el 62,2% de los futuros puestos tenga adjudicatario haría perder los nervios a cualquier administración contratante. Y no porque el 37,8% de ellos siga vacante y a la busca de inquilino. Sino porque la viabilidad del proyecto se fijó hace ya tiempo en una ocupación del 81%. Pero lo cierto es que no es así. Ni los detallistas ni el consistorio están nerviosos. Saben a ciencia cierta que va a llenarse. Porque Lanuza se vende solo. Así se explica que nadie se alarme de que de 74 puestos solo se hayan ocupado 46 o que de los más de cien que había, hayan decidido seguir menos de la mitad. Urge buscar a 28 interesados y, más allá de preocuparse, creen que van a sobrar licitadores.

Porque las condiciones económicas son tan buenas como poco conocidas. Y a ellas se suma que este edificio se conoce en toda la ciudad y la clientela está garantizada. Pero el dinero importa y, en su caso, apostar por Lanuza hoy es más económico y rentable que abrir una tienda de alimentación o la persiana en cualquier otro recinto público o privado.

José Carlos Gran, presidente de la Asociación de Detallistas del Mercado Central, hace especial hincapié en que ahora el desembolso inicial, unos 57.000 euros, es una auténtica ganga si se tiene en cuenta que da derecho a explotar la concesión «durante 50 años» y la posibilidad de traspasarlo, toda una novedad hasta ahora. Y lo es por una razón: cualquiera que invierta ahora, por mucho que sea mayor, tiene garantizado el empleo para la próxima generación. Es decir, tener muchos años no es problema, porque en caso de jubilarse en poco tiempo, el puesto lo pueden heredar familiares o conocidos porque se puede traspasar.

Respecto al canon que exige el ayuntamiento, «son solo 100 euros al mes de media, muchísimo menos que abrir una tienda en un barrio y pagar un alquiler». La compra, por supuesto, hoy ni se contempla en tiempos de crisis. «¿Cuanto vale montar una carnicería en un barrio cualquiera?», se pregunta Gran. Ni qué decir tiene que si se adquiere un local sin ningún aparato, el desembolso se dispara muchísimo. Aquí viene de serie.

Tampoco creen que los costes de mantenimiento sean excesivos: «Entre 200 y 250 euros al mes», en un edificio de nueva generación y con las mejores prestaciones del mercado. Y con la tranquilidad de tener al ayuntamiento detrás. «No tenemos necesidad de vender mercado, pero sí tengo la ilusión y confianza por su futuro. El éxito está garantizado», indica Gran.