Se calzaron esquís, montaron en barca, en bus turístico, en tren... con el único fin de llegar a todos los rincones de Aragón con sus séquitos. Melchor, Gaspar y Baltasar no faltaron a su cita con los niños aragoneses y en la mayoría de los municipios, desafiando al frío e incluso a la nieve, tuvieron su recibimiento. Hasta los pequeños hospitalizados recibieron la visita de los Magos. Son cosas de la magia, que les permite estar en varios sitios a la vez y trabajar sin descanso.

Lógico que en las capitales de provincia los desfiles fueron más pomposos, pero no más calurosos que en los pequeños municipios, donde los ayuntamientos rompieron las huchas para acogerlos como se merecen.

En Huesca, más de 300 personas entre carteros reales, abanderados, porteadores de regalos y heraldos a caballo repartieron a lo largo del recorrido más de 50 kilogramos de caramelos sin gluten. En la plaza de Navarra, junto al Casino, se desplegó un gran espectáculo de luz, sonido y animación y, como novedad, se utilizó el video mapping, que consiste en proyectar o desplegar una animación o varias imágenes sobre superficies reales --en este caso el Casino-- para conseguir un efecto artístico y fuera de lo común.

A Mequinenza llegaron en barca, para que los pequeños no olviden la relación de su pueblo con el agua.

En las estaciones de Formigal Panticosa subieron en telecabina a las cumbres, donde repartieron regalos y hablaron con los pequeños esquiadores.

En Barbastro, los Reyes Magos y sus pajes estuvieron acompañados por la Banda de Música, los Gaiters d’o Somontano, grupos de animación, las Damas de las fiestas y más de un centenar de voluntarios. Hoy visitarán los centros asistenciales y el hospital.

Lo mismo ocurrió en los centros sanitarios de Zaragoza. Por la mañana, el presidente de Aragón, Javier Lambán, los recibió en el hospital Infantil y después de consumar el reparto se acercaron al Clínico para seguir con las entregas. Algo similar ocurrió en el de Calatayud por la tarde.

En Jaca, Utebo, Zuera, Alcañiz, Teruel, Borja, Monzón, Alcorisa, Andorra... Cientos de kilómetros, arriba y abajo por toda la geografía aragonesa para cumplir con la tradición.

Toda la noche pasaron trabajando de casa en casa y aún se reservan para hoy las habitaciones infantiles del hospital Miguel Servet porque aquí siempre entran por las ventanas y necesitan la ayuda de los Bomberos.