En la casa de Pepe Sánchez y Raquel Pasamón habitan cuatro personas: ellos dos y sus dos hijos, que rondan los 20 años. En este contexto, explican que no tiran mucha comida y la que va a la basura suele ser fruta, verdura «o alguna cosa que se estropea». Acerca de esta última, detallan que suelen ser productos «como el jamón de york o la mortadela» y otros alimentos con una fecha de caducidad corta que muchas veces «se compran por antojo y luego se olvidan en la nevera». Así, en su casa procuran adquirir lo que apuntan en su lista de la compra, aunque si ven algún producto «que está bien de precio» o que les puede apetecer más, lo compran para comerlo ese mismo día o, si se puede, para congelarlo. En cuanto al pan, relatan que apenas desperdician, ya que lo reaprovechan para hacer pan rallado o para consumirlo tostado. Acerca de la comida que sobra, relatan que la suelen reutilizar en varias recetas, como caldos, o consumirla en otras comidas. «La carne del cocido la comemos, por ejemplo, con una salsa de tomate. O también se utiliza en lasañas o croquetas. Por ejemplo, si sobran judías verdes, se pueden usar para un puré de verduras», detallan. En ese sentido, explican que en ocasiones cenan de lo que ha podido quedar de otros días, una ración variada. En cuanto a la visión acerca de aprovechar los alimentos, sí que ven cierta diferencia entre la que tienen ellos y la de sus hijos, ya que «prefieren comer una cosa distinta cada día y protestan más» aunque, matizan, «si hay una cosa que les gusta, desde luego que no hay problema».