El fin de las Fiestas del Pilar se vio deslucido por la lluvia. Se preveía que iba a ser un reflejo bastante exacto de lo que fueron diez días de algarabía, sorpresas y diversión, pero las gotas que escupió el cielo pasadas las nueve de la noche lo evitaron. El bullicio se difuminó con el agua y la música en la calle perdió fieles. La traca final de fuegos artificiales, eso sí, sorprendió a todos los asistentes (menos que otros años) y dejó paso de nuevo a la normalidad. La fiesta se acabó, pero lo hizo de una manera algo triste y desangelada.

La gran afluencia de gente que inundó el centro a media tarde hacía presagiar un fin de fiesta multitudinario, quizá a un nivel similar al del año pasado, cuando miles de personas asistieron al concierto de Pablo Alborán y posteriormente inundaron ambas orillas del río y sus puentes para ver los fuegos. Sin embargo, la climatología condicionó todo. La lluvia provocó la espantada y no todos regresaron.

ÚLTIMO CONCIERTO

En torno a las 21.30 horas, el escenario principal de la plaza del Pilar albergaba el último concierto. Para celebrar su décimo aniversario, Aragón Musical (www.aragonmusical.com) apostó por reunir a una amalgama de artistas aragoneses que se fueron sucediendo para ofrecer sus sonidos. La propuesta no tuvo la respuesta esperada ya que el público no llegaba más allá de donde acaba el ayuntamiento.

Artistas de la tierra como Antílope, Clara Téllez de Los Peces, El Polaco, La Nube, Las Novias, Los Cármenes, María José Hernández, Nacho Serrano de Niños del Brasil, Nosequé y los Catalíticos o The Bards, entre otros, ofrecieron un espectáculo muy original. Solo se animó el tendido y aumentó de forma notable el número de asistentes cuando aparecieron en escena los Violadores del Verso eran el factor sorpresa, acompañados de la factoría RapSolo. Con dos de sus temas pusieron la guinda a un concierto conducido por J. Carlos Higueras y Mariano Bazco (Starkych Pinchadiscos) y en el que hubo algunas ausencias destacadas como el oscense Pecker

'SOMOS' NO ENGANCHÓ

A las 23.30 la plaza del Pilar guardó silencio para que los zaragozanos Esparatrapo entonaran el Somos de José Antonio Labordeta. El momento no tuvo la emotividad de otros años. La gente, los que aún no habían huído en busca de un sitio para ver los fuegos, no cantó al unísono ni apenas alzó las manos para seguir los acordes de un versión que no terminó de enganchar.

Finalizado ese momento, solo quedaban los fuegos. Miles de personas se asomaron al río para contemplar un espectáculo que tuvo un final atronador que se llevó una gran ovación. La sucesión de fuegos admiró a una multitud que no pudo evitar un enorme "ohhhhh" cuando tras un estallido apareció un corazón. La multitud, inferior a la de otros años, aplaudió cada tanda de explosiones y se fue satisfecha con lo presenciado. Se fueron contentos y cansados en muchos casos. Eran las 00.05. Y las fiestas ya eran historia.