Mover las agujas del reloj, hacia adelante o hacia atrás, tiene efectos perjudiciales para la salud corporal y mental de muchas personas. Así lo afirma Lucía Tomás, presidenta del Colegio de Profesionales de la Psicología de Aragón.

«Los cambios de horario alteran los ritmos circadianos, nuestro reloj interno», explica la psicóloga aragonesa. «Si el cambio de hora es brusco, como ocurre en marzo y octubre todos los años, en muchas personas se produce un efecto de jet lag», añade.

El resultado, apunta, es que se resiente la calidad de vida de un número considerable de personas, «aunque no todas tienen los mismos problemas de adaptación al cambio».

Desde el punto de vista de la psicología, lo más común en quienes acusan los vaivenes de las saetas es que presenten «síntomas de depresión». El cansancio, el decaimiento, la irritabilidad y otros estados negativos se apoderan de los más sensibles.

«Se esgrimen razones de ahorro energético para tomar esta medida horaria, pero sería mejor tener el mismo horario todo el año, pues no es bueno imponer algo que altera la calidad de vida de muchos», considera Lucía Tomás.

Desde su punto de vista, el cuerpo «funciona mejor «si las horas nocturnas coinciden con las de descanso y las horas de luz se dedican a la realización de actividades.

Sin embargo, la psicóloga reconoce que no todos los ciudadanos sufren con el cambio horario. «Algunos se adaptan bien, sin ningún problema», dice.

Curiosamente, es en otoño y primavera cuando las consultas de los psicólogos atienden a más pacientes. «Pero la causa no es directamente el cambio de hora, sino que se debe a una gran diversidad de factores, entre ellos la meteorología».

Con respecto al debate abierto por la Unión Europea al proponer dejar un horario fijo todo el año, Lucía Tomás se pregunta por los «intereses» que se esconden detrás de la propuesta.

En su opinión, en este asunto no coinciden los objetivos que persiguen los países del Norte y del Sur de Europa. «En el Norte quieren dejar fijo el horario de verano, pero en el Sur se inclinan por el de invierno», indica.

Ambas posturas se entienden. En Suecia, una gran parte de su territorio no ve la luz del día en lo más crudo del invierno. En cambio, en España, si se aplicara el horario veraniego, la costa oeste de Galicia no vería amanecer hasta las 10 de la mañana.

«Pienso que hay que llegar a un acuerdo entre ambas situaciones, buscar un acuerdo, un punto intermedio que satisfaga a todos», opina.