Las españolas portadoras de implantes de mama fabricados por la empresa francesa Poly Implant Prothèse (PIP) deberían acceder a un control radiológico que determine el estado de las prótesis, para decidir con su cirujano si es conveniente sustituirlas porque existe riesgo de rotura. Esta es la opinión que ayer difundieron las sociedades catalana y española de cirujanos plásticos, que desaconsejaron la intervención de recambio a todas las mujeres que llevan prótesis mamarias PIP (unas 10.000 en España, en cálculo estimativo), salvo si éstas ya han causado molestias.

El Ministerio de Sanidad ofreció esa asistencia a las mujeres que fueron intervenidas en clínicas que han cesado su actividad. La sanidad pública, no obstante, únicamente financiará la intervención de recambio a las pacientes que recibieron los implantes mamarios tras sufrir una mastectomía a consecuencia de un cáncer de mama. Y este cambio solo se producirá si las prótesis están causando problemas a sus portadoras.

ALTO COSTE El resto de usuarias deberán asumir el coste de la revisión (que ha de incluir una mamografía, una ecografía y, en ocasiones, una resonancia magnética), más el de la intervención quirúrgica, un proceso de precio no inferior a los 7.000 euros. La sociedad española de cirujanos plásticos informó de que se intentará abaratar el precio de las prótesis.

Las prótesis de gel de silicona marca PIP se implantaron en España, de forma relativamente frecuente hasta que el Ministerio de Sanidad las retiró en mayo del 2010, tras la alerta emitida por el Gobierno francés informando de su composición fraudulenta. Estas prótesis, de coste inferior a las elaboradas con gel de silicona cohesiva, formaron parte de numerosas ofertas de aumento de mama de precio asequible, y contribuyeron a multiplicar la demanda de esta cirugía estética, la más solicitada en el sector desde hace cerca de diez años.

CONTROLES DEFICIENTES Algunos de los cirujanos que no emplearon prótesis PIP lamentan que la Agencia Europea del Medicamento y Productos Sanitarios no detectara en su momento el contenido tóxico de ese material. "Las prótesis PIP nunca hubieran superado los controles de calidad de la agencia estadounidense de seguridad sanitaria FDA", aseguró el cirujano Antonio Tapia. "Los médicos hemos de poder confiar en que el material que lleva el sello de la Comunidad Europea (CE) es garantía de calidad, pero es evidente que no siempre es así".

Un alto porcentaje de los implantes de prótesis de mama que se realizan en la actualidad en España están elaborados con gel de silicona cohesiva, un material más denso que el de la silicona simple que, en caso de sufrir una rotura, no se infiltra en el tejido de la receptora. "Si se rompen, quedan como un queso cortado, pero no se pueden esparcir", describe Tapia. Estas prótesis se comercalizan en España desde hace ocho años, un lapso excesivamente corto para poder determinar cuál es su tiempo de vida útil, explican los médicos.

De todos estos detalles, al igual que de la composición, lugar de origen y número de serie, informan las tarjetas de identificación que reciben las mujeres que acceden a un implante mamario, asegura el cirujano Carlos Liébana, cirujano plástico. "Estos datos constan en la historia clínica de la paciente, y en los documentos que recibe la mujer", sostiene.

"No es cierto que sea imposible saber con exactitud qué mujeres llevan prótesis de mamas PIP: todas ellas lo saben", indica. Los cirujanos plásticos solicitaron ayer que el Ministerio de Sanidad centralice en un registro estatal todos los datos alusivos a este tipo de intervenciones, objeto de recurrentes reclamaciones.

Los cirujanos insistieron en tranquilizar a las mujeres que fueron objeto de un aumento mamario durante los últimos años. "La rotura de una prótesis de mama no supone un peligro para la salud", dijo Carlos del Cacho, cirujano de la Clínica Planas de Barcelona. "Es una molestia, pero nada más", argumentó el facultativo.

El auténtico problema de este contencioso, coinciden todos, es el coste de la supervisión y, de ser necesario, el recambio de las prótesis. "Ese es el tema", resumió Liébana. "Sanidad no está en disposición de asumirlo, y muchas pacientes, tampoco". De forma indirecta, admiten, la polémica de las prótesis francesas defectuosas puede terminar beneficiando al sector de la cirugía plástica.