Hoy en Tarazona se escaparán lágrimas, aunque sea un día de fiesta. La diócesis recupera su sede y la ciudad, castigada como pocas por la crisis, su edificio más emblemático en el que ha puesto una esperanza de futuro para su proyección turística. Pero además, tanto los jóvenes que no conocen su catedral como los mayores que vuelvan a ella se sorprenderán al encontrar un templo magnífico que quizá no se imaginaban. Como periodista y turiasonense, esta es sin duda la noticia que siempre he querido dar: la catedral renace más bella que nunca.