La prima de riesgo vuelve a monopolizar nuestra vida cotidiana, lo cual es una pésima noticia. Hemos pasado de la euforia por la caída artificial que provocó la intervención del Banco Central Europeo (BCE) el pasado diciembre a la depresión, cuando sus efectos comienzan a evaporarse. Pero ni éramos tan buenos hace un mes ni somos tan malos ahora. Como nos enseñó Aristóteles, la virtud se encuentra en el intermezzo.

El Tesoro Público y nuestros bancos han aprovechado la intervención del BCE y disponen de un confortable colchón de liquidez. Y los países que tienen liquidez para hacer frente a sus compromisos de deuda no necesitan una intervención. Por lo tanto, podemos actuar sin prisas pero sin pausas. Es importante entender que esto no es una crisis española, sino del euro, y que la prima italiana también aumenta, y en breve lo hará la francesa y las del resto de los países del euro.

La deuda pública alemana actúa de refugio, pero sus bancos se están desangrando en la bolsa igual que les sucede al resto de los bancos europeos. Hay que entender que la deuda es de los españoles y de los italianos, pero el problema es de los alemanes y de los franceses, que han comprado los bonos. No obstante, España SA es la siguiente pieza en el dominó y nos quedan pocos cartuchos, por lo que hay que tratar de aprovecharlos muy bien.

En abril hay que presentar en Bruselas el programa de estabilidad en el que deben estar recogidas las principales medidas que deben permitir alcanzar un 3% de déficit público en el 2013. Además, hay que presentar los presupuestos de las comunidades autónomas adaptados al nuevo cuadro macroeconómico y la menor recaudación esperada. Conviene que se combine con mayor eficiencia en el gasto, pero sobre todo con aumento de la presión fiscal.

Comparado con el resto de los países de la eurozona, nuestro gasto público sobre PIB o por habitante sigue por debajo de la media. Donde tenemos un serio problema es en el desplome de la recaudación, al desaparecer los ingresos de los impuestos ligados a la burbuja inmobiliaria. La teoría económica y la historia nos enseñan que los países que han concentrado el ajuste solamente en el gasto han acabado aumentando su deuda pública y sus primas de riesgo.

También hay que presentar el plan nacional de reformas. Y se debe seguir avanzando en la recapitalización de aquellas entidades financieras con capitalización más débil. Sin embargo, como ya quedó bastante claro el pasado verano, da igual las medidas que se aprueben en España. Hasta que el BCE no intervenga, no parará la tensión.

La autoridad monetaria debe seguir los pasos de la Reserva Federal en Estados Unidos y comprar bonos directamente, públicos y privados. Puede comprar los mismos bonos que le han entregado en garantía en sus subastas para no aumentar más su balance y hacer una operación twist, vendiendo deuda alemana para frenar el pánico en los mercados. Además, Europa debe hacer una política fiscal expansiva para sacar la economía de la recesión. Si los países sometidos a tensión financiera tenemos que reducir el déficit, el resto, principalmente Alemania, debe aumentarlo. Ánimo, podemos.