Las discrepancias políticas deben quedar fuera del manejo de la crisis que desencadenan los ataques terroristas en Cataluña. Ese es el mensaje que deja Mariano Rajoy en Barcelona y que, por lo menos en apariencia, transmitieron Gobierno, oposición, Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona ayer, al orillar -cuanto menos en público- sus diferencias y mostrarse unidos como una escuadra frente al terror.

Esa convergencia se evidenció en dos imágenes consecutivas. La primera, la de los principales líderes políticos en la concentración en la plaza de Catalunya a mediodía. La segunda, en la comparecencia conjunta del presidente del Gobierno y el president, Carles Puigdemont, tras reunirse con el gabinete de crisis en la Consejería de Interior y antes de la vuelta de Rajoy a la Moncloa.

Al salir de ese encuentro, Rajoy pidió sobreponerse a los abismos ideológicos y trabajar conjuntamente. «He transmitido mi opinión de que es muy importante que seamos capaces de trabajar juntos e intercambiar todo lo que haya que intercambiar, y de actuar como un equipo», señaló.

También dejó un recado muy claro: esa cooperación no puede limitarse al intercambio de información entre los distintos operativos policiales, sino, también, a la cooperación en términos políticos. «Es importante la coordinación entre los cuerpos y fuerzas de seguridad, pero también entre las administraciones y los políticos. Eso es lo que desea la gente y lo que nos hace ser más eficaces», reclamó en su comparecencia con Puigdemont antes de regresar a la Moncloa.

El presidente catalán agradeció a Rajoy su apoyo y apostó por la cooperación de las policías para dar «la respuesta» que se han «conjurado dar». Ambos mandatarios destacaron que, más allá de la lucha policial, el reto estriba en generar confianza entre los ciudadanos que contemplan el horror del atentado en Barcelona como una amenaza cada vez más real y tangible.

En la plaza de Catalunya, y también en la puerta de los Leones del Congreso de los Diputados, los partidos mostraron su unidad. Los dirigentes de la oposición se trasladaron a Barcelona y mostraron su repulsa al terror en un acto que compartieron con Rajoy, Puigdemont, el Rey -que visitó antes a los heridos-, la alcaldesa de Barcelona y la vicepresidenta del Gobierno, entre otras autoridades.

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, mostró su voluntad de cooperación tras conversar con los dirigentes al final del minuto de silencio. «Hemos compartido información, sentimientos y emociones. Como representantes del Estado que somos, los políticos y el jefe de Estado, que estemos unidos aquí demuestra que compartimos un desafío común y un destino común, y eso está por encima de ideologías y creencias», aseveró.

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, trasladó un mensaje de «fraternidad» y un «abrazo emocionado» a Barcelona, ciudad referencia en «tolerancia, libertad y diversidad», cualidades que «no van a robar los terroristas y los fanáticos». Por su parte, el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, trasladó a Rajoy la necesidad de reunirse «cuanto antes», convocar el pacto antiterrorista para demostrar «unidad» y tomar nuevas medidas para evitar nuevos atentados.

La reafirmación de los valores democráticos frente al terror protagonizaron la declaración institucional que fue leída en el pleno del Ayuntamiento de Barcelona. La alcaldesa, Ada Colau, insistió en que la capital catalana «no se doblegará» ante este tipo de ataques «bárbaros» y mostró su convencimiento de que «seguirá siendo una ciudad de paz, democrática y orgullosa de su diversidad».