La postura del alcalde de Batea, Joaquim Paladella, encontró ayer pocos defensores en las calles de la localidad. Desde horas antes de la celebración del pleno extraordinario un cartel con el lema La opinión de una persona nunca representará la voz de todo un pueblo aguardaba en la entrada del ayuntamiento. Lo colocaron unas jóvenes simpatizantes con el movimiento independentista. «La idea es propaganda política contra el 1-O», aseguró Gene Canalda. En la misma línea se manifestó Sara Valls al lamentar que la idea planteada por el regidor nunca se había debatido en el pueblo. «Esta no es la forma de hacer las cosas», indicó. La mayoría de los vecinos quiere que se resuelvan algunas carencias históricas del municipio, como la falta de plazas en la residencia, pero las opiniones que se vertían ayer tenían más que ver con el debate soberanista que con la política municipal.

Banderas esteladas en algunos balcones, camisetas alusivas entre la gente joven y mucha expectación mediática. En la plaza numerosos periodistas recabando la opinión de los pocos vecinos que se aproximaban al consistorio. «Nosotros somos catalanes, esto solo sirve para hacer ruido», reflexionaba el jubilado José Altés.

Una de las pocas voces que defendía abiertamente la postura del equipo municipal era la de Marta Bosquet. «Esto es una medida de presión, es la única arma de la que disponemos», explicó pocos minutos después de terminar un pleno que se preveía tenso pero que se fue desinflando según pasaban las horas. Incluso los miembros más predispuestos de la Assemblea Nacional Catalana que acudieron a mostrar su apoyo a los partidos de la oposición fueron desertando del salón de actos.

En uno de los bancos de la plaza el también jubilado Miguel Lañá ironizaba con la situación creada. «No tendría problema si tuviéramos que marchar, pues tengo una hija viviendo en Aragón», expresó.

Los dos de Mossos d’Esquadra, que discretamente supervisaban la jornada, únicamente se vieron obligados a enfriar un calentón entre un miembro del equipo municipal y un grupo de opositores. En la calle se recriminaron duramente algo de lo afirmado en el interior del ayuntamiento. Poco después cada uno de ellos marchó a su hogar o acudió al bar de reunión habitual de cada una de las posturas.