Los camiones con mercancías peligrosas pueden atravesar el túnel de Somport desde la pasada medianoche, pese a la oposición de los habitantes y representantes políticos del valle de Aspe, que temen que crezca rápidamente el tránsito de vehículos pesados por la vertiente francesa, donde el tráfico todavía se ve obligado a pasar por el interior de numerosas localidades, con el consiguiente riesgo para la población.

Sin embargo, el número de camiones con materias peligrosas podría "estabilizarse entre 20 y 30 vehículos al día", que son los que pasaban hasta ahora por la antigua carretera del puerto de Somport, según indicaron ayer en rueda de prensa en Canfranc el subdelegado del Gobierno en Huesca, Ramón Zapatero, y el prefecto de los Pirineos Atlánticos, Marc Cabanne.

"Es posible, incluso, que se reduzca el paso de camiones con mercancías peligrosas porque, en adelante, van a estar mucho más controlados de lo que estaban hasta este momento", subrayó Cabanne, quien no obstante precisó que el tráfico general por carretera entre Aragón y Aquitania "irá aumentando con el paso del tiempo".

"EN ESTADO DESASTROSO" El miedo, en el lado francés, al incremento del número de tráilers cargados de amoniaco, gas licuado de propano y nitratos (las sustancias más transportadas entre ambos países) deriva del hecho de que los 50 kilómetros que separan la boca norte del túnel de Oloron presentan un trazado muy deficiente plagado de estrechamientos, travesías y curvas cerradas.

La apertura del paso subterráneo del Somport a las mercancías peligrosas, tres años y un mes y medio después de su entrada en funcionamiento, es fruto de una serie de mejoras que estaban pendientes, como la terminación de las galerías de evacuación (4 de las 19 existentes se inauguraron ayer), la instalación de nuevos refugios, la modernización del centro de control y la formación del personal de explotación para actuar en caso de riesgo, accidente o catástrofe.

El problema es que las mejoras en la seguridad del túnel no se han visto acompañadas por el arreglo paralelo de la carretera de acceso por la vertiente francesa, tal y como reconoció en la rueda de prensa de ayer el diputado Jean Lasalle. "La carretera francesa está en un estado desastroso y no sabemos qué pasará si un camión explota ante el hospital de Oloron o si cae al río", afirmó el político, que siempre ha sostenido que "nunca se debería haber permitido el paso de mercancías peligrosas hasta haber dotado de variantes a todas las poblaciones afectadas".

La situación no parece que vaya a cambiar de inmediato. El propio prefecto de los Pirineos Atlánticos reconoció ayer que todavía "no se ha encontrado financiación" para los 150 millones de euros que cuesta acondicionar el tramo de carretera de montaña que atraviesa el alto valle de Aspe. La variante de Oloron no se iniciará hasta el año 2008, en el mejor de los supuestos, y todavía están pendientes de terminación los trabajos de la circunvalación de Bedous. Y en los pueblos de Urdos, Cette-Eygun, Asasp y Gurmençon, que son auténticos puntos negros, no se ha hecho nada. También están pendientes de ensanchamiento el tramo del fuerte de Portalet y el congosto de Pène d'Aret, que estuvo cerrado mucho tiempo al paso de camiones el año pasado debido al hundimiento de un muro de contención.

En cambio, la carretera española sale muy favorecida de cualquier comparación que se haga con la vía francesa. De momento, Candanchú y Canfranc-Estación se libran del tráfico de mercancías peligrosas, pues el túnel evita recorrer el tramo final del puerto de Somport. Por otro lado, a la variante de Castiello "sólo le falta la adecuación del presupuesto", según afirmó ayer en Canfranc el responsable de la demarcación de carreteras del Estado en Aragón, Rafael López Guarga.

En cuanto a la variante de Villanúa, se sitúa en un horizonte más lejano, en la próxima década. Además, de aquí al 2010 recibirá un impulso considerable la construcción de las autovías entre Nueno y Jaca (A-23) y de Jaca a Pamplona (A-21). La capital jaquesa ya cuenta, por cierto, con una variante que evita en gran medida el paso de camiones por su casco.

Y es precisamente la constante mejora de las comunicaciones en Aragón lo que más preocupa a los vecinos del valle de Aspe, que ven cómo el tráfico se incrementa cada año más al otro lado de la frontera y amenaza con pasar a Francia.

Por si fuera poco, la nueva vía entre Pau y Oloron y la autopista de peaje de Burdeos a Pau, que podrían estar para el 2011, generarán previsiblemente un fuerte aumento del número de vehículos en dirección a España.