Nada más conocer la muerte de Fidel Castro, cientos de cubanos exiliados en Miami salieron a las calles a celebrar la desaparición del expresidente de Cuba. Las calles de la Pequeña Habana, el barrio en el que se concentra la mayoría de población cubana en esta ciudad de EEUU, se llenaron de exiliados que hicieron sonar ruidosamente las bocinas de sus vehículos y las cacerolas de sus cocinas. También lanzaron los fuegos artificiales que guardaban para la ocasión.

Varios centenares de personas bailaron, cantaron, bebieron y se rociaron con champán. La fiesta en el café Versalles, un lugar emblemático que recrea el ambiente de La Habana prerrevolucionaria, fue el desquite por las muchas otras veces que habían brindado por enfermedades o rumores de muerte que no llegaban a producirse. Una de las consignas más coreadas fue «¡Raúl, tirano, vete con tu hermano!». Ya al amanecer, horas después del inicio de la celebración, la fiesta se prolongaba en un ambiente más reposado, con familias y niños. Sin embargo, la pregunta que queda en el aire tras el bullicio es si esta muerte supondrá algún cambio en la isla.

Ramón Saúl Sánchez, líder de la organización del exilio cubano Movimiento Democracia, lamentó que la muerte del «tirano» no vaya a significar «la libertad del pueblo de Cuba». «Es la tristeza más grande que tengo en mi corazón», dijo este activista. «Quisiera poder decir que la muerte del tirano es la libertad del pueblo», pero en el caso de Cuba no es así «porque ellos [los Castro] manejaron muy bien la sucesión». A juicio de Sánchez, si Fidel hubiera muerto ejerciendo el poder, se hubiera podido desatar una revuelta en Cuba para reclamar libertad, pero como su hermano Raúl está en la presidencia, el impacto no es el mismo.