Fueron algo más de diez minutos; un lapso breve pero suficiente para que la ciudad se colapsara con escenas de película. Primero, una intensa cortina de agua, granizo y viento y, después, grandes árboles derribados en varias zonas o el caos en la anegada calle Galán y Bergua. Estas fueron algunas de las estampas que el miércoles mostraba la capital aragonesa, una situación causada, muy probablemente, por un vórtice de racha o gustnado. Así, y aunque todavía hay que recopilar información sobre lo acaecido, desde la Agencia Estatal de Metereología (Aemet) apuntan a que pudo ser este, o un frente de racha, el fenómeno que puso patas arriba la ciudad. Eso sí, aclaran que no fue un tornado.

El delegado territorial de la agencia en Aragón, Rafael Requena, explica que esta tormenta se encuadra dentro de las que se están desarrollando este verano, como la que se vivió el 1 de julio en el aeropuerto de Zaragoza. Al respecto, recuerda que en este caso no hubo repercusión en la ciudad, aunque se alcanzaran en la instalación rachas de 135 kilómetros por hora. El miércoles, en Valdespartera se llegaron a registrar unos 100 kilómetros por hora, aunque Requena matiza que «es probable que se alcanzaran rachas superiores», similares a las que se dieron en el aeropuerto diez días antes. También descargó 17 litros por metro cuadrado que, sumados a los 2 o 3 que cayeron horas después, sumaron en la ciudad un total de 20 en 24 horas.

De esta forma, la tormenta rompió con fuertes vientos, granizo e intensa lluvia, características que determinan su adversidad. Está claro que se dieron las rachas de viento, la precipitación tuvo un pico de intensidad «muy fuerte o torrencial» de diez minutos como mínimo y cayó granizo, eso sí, de pequeño tamaño, mientras que la medida del pedrisco a la hora de evaluar su adversidad es de más de dos centímetros de diámetro. Aún con todo, «se dieron los tres motivos que dan lugar que la tormenta sea adversa», afirma el delegado.

Zaragoza no fue el único punto de Aragón en el que se registraron tormentas. Se dieron en En zonas de Teruel como el Bajo Aragón, las Cuencas Mineras o el Maestrazgo, en el Pirineo -donde Bielsa lideró las precipitaciones en la comunidad con unos 50 litros por metro cuadrado- y en el Sistema Ibérico. Precisamente, Requena explica que es este último entorno desde donde se encauzaron las tormentas por el valle del Jalón hasta llegar a la ciudad.

Si se tienen en cuenta estos datos, el miércoles fue muestra de un territorio, el aragonés, que se encuentra en el cuadrante noreste, «donde se producen más tormentas de toda la península». Si se acerca la lupa al mapa, dentro de Aragón es en el Sistema Ibérico y en los Pirineos donde más se dan, mientras que en la ribera del Ebro son un poco menos frecuentes, «lo cual no quiere decir que no haya y que puedan llegar de otras zonas», recalca el delegado territorial.

En cuanto al vínculo de fenómenos como el del miércoles o el que tuvo lugar el 1 de julio en el aeropuerto con el cambio climático, Requena subraya que «cada episodio concreto no significa nada». No obstante, relata que, si se observa desde un punto de vista global, «se puede decir que están aumentando los episodios extremos».

«Olas de calor y de frío, precipitaciones intensas que dan lugar a inundaciones y ausencia de precipitaciones que llevan a la sequía» son las situaciones que enumera en al respecto. Tras ello, el experto concluye: «De manera global, parece que están aumentando a consecuencia del cambio climático».