El presidente de El Corte Inglés, Isidoro Álvarez Álvarez (Borondes, Asturias, 1935), no fue hombre de grandes discursos públicos. Limitaba sus apariciones prácticamente a la junta anual de accionistas del grupo que presidía (siempre, el último domingo de agosto) y a las reuniones del Consejo Empresarial para la Competitividad. En vez de posar para las fotos o hacer declaraciones a la prensa, prefería dedicarse a lo que mejor sabía hacer y que, de hecho, había hecho toda su vida: sus grandes almacenes.

Hijo de Dimas Álvarez, (primo de Ramón Areces, fundador de El Corte Inglés) y Eustaquia Álvarez, el empresario se incorporó a la empresa familiar muy joven, a los 18 años. Llegó a Madrid desde su Asturias natal para estudiar Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad Complutense, y por las tardes acudía al comercio familiar para echar una mano (desde descargar mercancía al departamento de zapatería). En 1957, a los 22 años, se licenció con Premio Extraordinario, y su tío segundo se fijó en él. En 1959, a los 24 años, fue nombrado consejero de la sociedad tras adquirir algunas acciones de la compañía y más tarde, en 1966, también fue nombrado consejero director general de la firma. Se convertiría en la mano derecha de Areces.

Junto con Areces, multiplicaron la presencia de El Corte Inglés y comenzaron la expansión por España. Álvarez aseguraba que el éxito de la firma era el trabajo en equipo y la atención al cliente, uno de los aspectos que más potenció. Discreto y trabajador, el empresario trabajó codo con codo con Areces, que siempre tenía la última palabra en las decisiones. En los 60 abrió sus segundo edificio en Madrid, y llegó a Barcelona, Sevilla y en Bilbao.

Cuando Areces murió (2 de agosto de 1989), Álvarez tenía 53 años y llevaba años manejando las riendas de la firma. Su tío segundo había dejado escrito que él sería su sucesor, y los accionistas del grupo dieron el visto bueno al relevo por unanimidad.

"El único secreto de El Corte Inglés para acceder a la situación de liderazgo que hoy ostenta está en el trabajo en equipo, en la voluntad de superación de las personas que son, al fin y al cabo, el activo más importante de las empresas. Eso ha sido siempre la filosofía de Don Ramón y yo la he compartido durante toda mi vida", aseguró en una entrevista en 1989 cuando fue nombrado Ejecutivo del Año por la revista económica Mercado.

Diversificación

El empresario continuó con la expansión, lideró la compra de su rival Galerías Preciados a mediados de los 90 y continuó diversificando las líneas de negocio del grupo, situándolo como uno de los mas importantes del mundo.

Poco dado a hablar de su vida privada, Álvarez estaba casado con María José Guil. Aficionado al flamenco y a la caza, su gran pasión era su empresa: sus colaboradores más cercanos cuentan que durante muchos años se pasaba cerca de 12 horas al día en los grandes almacenes y que le gustaba realizar visitas de incógnito a cualquiera de sus numerosas tiendas.