Isabel --nombre ficticio-- lleva quince años trabajando en hospitales aragoneses a excepción de una breve estancia en Navarra. Desde el 2010, tras las oposiciones que se celebraron un año antes, ejerce en el hospital Miguel Servet, pero mañana o a más tardar pasado, será trasladada a su nuevo destino. "No podía más", admite. Los motivos de su huída son numerosos. "Sufrimos una enorme sobrecarga de trabajo provocada por la falta de personal y la mala organización, lo que influye también en problemas con los turnos o imposibilidad de conciliar la vida laboral con la familiar, así que todo esto hizo que no me quedara otra alternativa que pedir el traslado y marcharme de aquí".

Pero Isabel, zaragozana de nacimiento, asegura que el problema no es nuevo. "Viene de lejos, con otros gerentes y otros partidos en el poder, pero aquí nadie hace nada por solucionar esta situación a pesar de que lo hemos transmitido a nuestros superiores en infinidad de ocasiones", dice.

La "mala fama" del Servet está, en su opinión, "totalmente justificada" y sus problemas de funcionamiento, asegura, no los sufren en el Clínico, Royo Villanova o Calatayud, donde también ha trabajado. "La carga asistencial y condiciones laborales de aquí no se sufren en ningún sitio" y ejemplifica con su unidad. "En cirugía trabajas con cinco unidades médicas y cada una tiene sus pacientes, pero a estos no los lleva siempre la misma enfermera porque están revueltos por un problema de organización", lo que provoca que, al hacer las visitas junto a los médicos, "no puedes informarle de todos porque unos son tuyos, pero otros son de otra compañera".

Precisamente, el trato con los facultativos tampoco es el más adecuado. "El estamento médico no respeta nuestro trabajo en su gran mayoría. Tenemos horarios para dar medicación a los pacientes porque, por ejemplo, los antibióticos son eficientes si se administran cada 8,12 o 24 horas, pero a los médicos les da igual porque hay que pasar visita, aunque sea algo rutinario, y hay que dejar todo para pasar con él, con el consiguiente retraso en esa administración de fármacos y los problemas que puede ocasiones a pacientes que acaban de ser sometidos a cirugías mayores con sedación completa y cuya evolución puede dar muchos giros y se puede complicar", advierte.

LA CRISIS COMO EXCUSA

Por ello, Isabel asevera que "hace falta más personal" incluso "antes de la crisis" y opina que las dificultades económicas se han utilizado como "excusa" para negar ese refuerzo. "Lo peor es no poder realizar tu trabajo con las condiciones, eficacia y calidad necesarias", lamenta.

Por eso, asegura que muchas veces "me voy a casa llorando pensando que esto es vergonzoso porque, con todos los respetos, no estamos haciendo churros ni chorizos sino cuidando enfermos y eso requiere mucho cuidado. Sanar es el arte de cuidar y todo arte requiere algo de sosiego, pero aquí se va al 150% y el personal de algunos servicios está extorsionado, como sucede en Urgencias, donde determinadas decisiones se dejan en manos de los residentes sin que un médico adjunto las supervise. Todo eso hace que hace que la gente se frustre y repercute en una peor atención al paciente". La celeridad es tal que "muchas veces no les puedes ni mirar a la cara y ellos te preguntan por qué vas tan deprisa".

A horas de emprender la marcha, Isabel dejará atrás "grandes compañeros que se dejan la piel y por eso esto sale adelante. Aquí se juega con la muerte cada día y hay barreras que no las pone nuestro estamento".