El uso del móvil a edades tempranas y de forma inadecuada puede repercutir en un aumento de la miopía «por una adaptación del ojo humano a las necesidades que se le generan», según sostiene Concepción Ferrer, oftalmóloga infantil y presidenta del Colegio de Médicos de Zaragoza. Este incremento estaría avalado por varios estudios aunque se produciría en todas las edades. «Las necesidades generadas en visión de cerca son un factor que parece ser influye en la aparición y en la progresión de un proceso tan multifactorial como es la miopía», incide.

Pero, además, el uso abusivo de estos dispositivos también puede provocar otro tipo de patologías, como los cuadros de astenopia o cansancio visual y la sequedad ocular frecuente por el déficit de parpadeo inconsciente que se produce al usarlos.

Estos profesionales coinciden con los psicopedagogos en señalar otros problemas más severos que estarían relacionados con aquellos que comportan una dependencia con el uso de estos dispositivos «teniendo una repercusión en la actividad del niño y el adolescente, interfiriendo en su desarrollo escolar y progreso curricular, igualmente al no existir un control con desconocimiento de los lugares por los que circula en la red, pueden verse inmersos en territorios incluso delictivos sin darse cuenta».

En todo caso, los oculistas no consideran que el uso del móvil por parte del niño sea nocivo en general para su salud. «No debe considerarse que sea perjudicial para la salud en general y en particular la visual del niño, pero deberá de cuantificarse y limitarse su uso y tendrá que ir acompañado de otro tipo de actividades de relación y de juegos sociales, así como de ejercicio en espacios abiertos, también muy importantes en la infancia», indica.

Su uso debería, eso sí, estar limitado en niños pequeños «en los que la rapidez de imágenes, con el consiguiente estímulo de los dispositivos, pueden influir de manera poco beneficiosa» y su perjuicio «ira más dirigido al tamaño de la pantalla, que obliga a un esfuerzo mayor».