La red capilar del PAR en Teruel riega desde hace años hasta el último rincón de la provincia. Aquí y allá; en este negocio y en el otro; en esta familia y en la otra. En un territorio rural y que históricamente ha acumulado un déficit notable de inversión pública, el dinero que, como caído del cielo ha llegado, ha permitido mantener engrasada la maquinaria. Allí el presidente del PAR, José Ángel Biel, se siente como en su sofá porque sabe que se le reconoce el esfuerzo que ha hecho por el desarrollo de estos pueblos dejados de la mano de dios durante décadas. Gracias a él se han emprendido y materializado proyectos como Motorland o Dinópolis. Pero más allá del oropel, de las grandes inversiones, se ha logrado dar una vuelta a la provincia, liberándola del retraso que acumulaba. Biel es responsable y artífice de ello. Y ha tenido instrumentos como el FITE para hacerlo.

En este camino hacia el ocaso político emprendido en los últimos meses, el presidente del PAR eligió Teruel para hacer la única convención a la que puede aspirar. Imposible en Huesca o en Zaragoza, donde nadie quiso organizar las convenciones que encargó. Y no hay nada que le moleste más que sus órdenes no se cumplan. En cambio, en Teruel, rodeado de fieles agradecidos, el líder aragonesista se sintió de nuevo importante, con control; pero no fue suficiente para anunciar la fecha del congreso. El proceso de renovación emprendido hace ya meses, y que cuenta con aportaciones --depositadas en un limbo desconocido de momento--, todavía no se ha traducido en nada.

La partitura debería estar escrita en los estatutos: es decir convocatoria del comité nacional para que a su vez ponga fecha al congreso. De por medio comisiones de trabajo y de debate para llegar al día señalado con algo más que una lista de nombres con los vencedores y la foto sombría de los cabizbajos derrotados.

Los tiempos

El plazo entre el inicio y el punto final podría alargarse durante dos meses para dar tiempo a que el partido se reactive. Es decir, que el congreso que un principio estaba previsto para noviembre podría demorarse hasta diciembre, y por qué no enero. Todavía no hay fecha para una ejecutiva, ni para el comité nacional. Llegados a este punto, incluso podría dejar el congreso para después de las elecciones.

Pero eso solo depende de Biel, que deberá aclarar en las próximas semanas qué quiere hacer. Lo mejor que le podría ocurrir al PAR es recuperar la normalidad. El presidente sigue postergando la decisión sobre la fecha del congreso. El comité intercomarcal del PAR zaragozano de esta semana fue un aviso. Allí algunos de sus incondicionales votaron a favor de que el cónclave sea cuanto antes, este año, que ya no cabe más demora. Entre ellos, José Antonio Sanmiguel o Jesús Pérez, que siempre se han puesto del lado del presidente y que el jueves se sumaron a la corriente crítica que lideran Javier Allué y Máximo Ariza. Solo el vicepresidente, Alfredo Boné, con su abstención se quedó escorado en no se sabe muy bien dónde. Y ayer el Rolde aprobó una resolución en el mismo sentido: congreso ya; cuanto antes.

Porque ha llegado un momento que hasta Arturo Aliaga ansía la convocatoria del congreso. En los últimos meses el delfín de José Ángel Biel se ha ido alejando progresivamente de su principal valedor. Sin llegar a convertirse en un verso suelto, ni tener voz propia dentro del partido, el también consejero de Industria y secretario general del PAR, se ha dado cuenta de que la mejor estrategia es la equidistancia con un líder que le resta más que le da; y que la prioridad es entrar en un tiempo nuevo para que se despeje el horizonte. A la convención de Teruel ni siquiera fue invitado.Biel ya ha dicho en su entorno que Aliaga no termina de "arrancar". Es decir que no hace lo que a él le gusta. Y eso se traduce en un enfriamiento de la relación. Por el contrario, se acerca cada vez más a Boné, en el que ve un mayor poderío político.

A todo esto, el PAR parece olvidar que unos meses hay elecciones. Quiere renovar a sus líderes; sin olvidar que la sociedad aragonesa ha cambiado en los últimos años. Habrá que ver si este partido acomodado durante décadas en el Pignatelli será capaz de superar el inmovilismo en el que vive instalado.