La presidenta Rudi, en su aburrido y monocorde discurso de 60 minutos, no mostró autocrítica alguna. Conocida su prepotencia, es inimaginable que reconociera error alguno en su actuación política. Nos vende un Aragón, su Aragón, prácticamente perfecto, con el éxito de la consolidación fiscal, con una administración transparente, que protege a los aragoneses frente a la crisis, que ya está superada; y una comunidad mucho mejor situada que las del resto de España. Si el presente es ya brillante, el futuro todavía más. En definitiva, un Aragón virtual, distinto del auténtico: deuda pública desbocada (de 3.332 millones ha pasado a 6.079), ataques brutales al Estado de bienestar, infraestructuras paralizadas, etc. Es un sarcasmo para todos los aragoneses aducir que su Gobierno ha puesto en práctica una "política social de vanguardia".