Escribir del año que empieza es un ejercicio de alto riesgo. Pero después de las sacudidas del 2016, en el que lo que parecía del todo imposible ocurrió, los que hoy consultamos los oráculos tenemos licencia para equivocarnos. Y mejor que así sea porque el mundo que se dibuja en este 2017 pinta mucho peor que el que dejamos atrás. Los seísmos suelen venir acompañados de réplicas y los nuevos horizontes sonríen a los populistas, que viven su gran momento, con el faro que los ilumina desde el epicentro del poder mundial.

En menos de cinco meses -del 23 de junio al 8 de noviembre- las victorias del brexit y de Donald Trump demostraron a ambos lados del Atlántico que el crecimiento del populismo no tiene límites, que rige un estado de ánimo global rechazo al establishment y que el enfado universal favorece a los movimientos a los que les une la promesa de desposeer a las élites. Y crecidos se preparan para nuevos abordajes en un año que en Europa viene cargado de citas electorales: Holanda, Francia, Alemania, quizá Italia.

Capitolio, 20 de enero

Pero antes, uno de los capítulos más decisivos de este año se escribirá el 20 de enero en Washington, en la escalinata del Capitolio cuando Barack Obama ceda el testigo a Donald Trump. Ese día, la primera potencia mundial pasará a ser dirigida por un excéntrico magnate sin experiencia política, conocido por su demagogia y salidas de tono. Junto con Trump, su equipo de millonarios, petroleros, ultraconservadores y nacionalistas desembarcará en la Casa Blanca entre marchas de protesta.

Y a partir de aquí, todo es imprevisible. Está por ver si el presidente Trump hará lo que prometió el candidato Trump hasta desmontar todo el legado de Obama o por el contrario irá corrigiendo un guion que bajo el eslogan de «América primero» promete proteccionismo, nacionalismo, y un peligroso acercamiento a Rusia, que de la mano del autoritario Vladimir Putin, no va a desaprovechar un trampolín para aumentar su influencia global.

Ya desde el mismo día 20, una vez ocupe el Despacho Oval, el primer dosier que deberá resolver Trump será ruso: mantener o revocar las sanciones impuestas por Obama a Moscú en respuesta a los ciberataques durante la campaña electoral. Su decisión será una señal. Y ese acercamiento que se intuye a Moscú junto con las provocaciones a Pekín, el entierro de los tratados de libre comercio y la voluntad de fortalecer la capacidad de disuasión nuclear pueden ser una estacada al actual orden mundial.

La Europa en crisis

Un nuevo orden con Trump y Putin al frente que coge a Europa en plena crisis existencial y en el que las fuerzas populistas piden primera fila. El primer examen para este movimiento planetario al alza será en Holanda, en marzo, donde el Partido de la Libertad del xenófobo Geert Wilders cuenta con ser la fuerza más votada en las elecciones legislativas de marzo, aunque probablemente no llegue a gobernar debido a la fragmentación del Parlamento holandés.

En Francia, nadie duda de que la eurófoba Marine le Pen logrará pasar a la segunda vuelta de las presidenciales en abril y que solo la unión de la derecha y la izquierda logrará frenar su llegada al Elíseo en la segunda vuelta. Pero si Le Pen consiguiera la presidencia, las consecuencias serían imprevisibles en la Unión Europea, que daría un paso de gigante hacia su propia destrucción.

Solo Angela Merkel parece resistir al auge del populismo, que también este crece en Alemania. La cancillera va en camino de lograr su cuarto mandato en septiembre y reafirmarse como líder en solitario en esta Europa en crisis existencial. Será Merkel quien pilote el inicio de las negociaciones del brexit, una vez la primera ministra británica, Theresa May, active en marzo el artículo 50 del Tratado de Lisboa, para dar inicio al proceso de desconexión. Nada se resolverá este año, pero sí se verá si desde Londres se mantiene en la línea dura esgrimida hasta ahora o suaviza el tono.

La otra gran crisis europea, la de los refugiados, seguirá sin respuesta. El acuerdo con Turquía ha frenado las llegadas desde Grecia pero ha empujado a los desesperados que huyen de las guerras, el hambre y la violencia a buscar rutas más peligrosasy las muertes se han disparado: 5000 en el 2016. Y nada impedirá que los desesperados se sigan lanzando al mar mientras no desaparezcan las causas de su desespero.

Y es demasiado pronto para adivinar cuál puede ser el derrotero de la guerra siria o para cantar la derrota del Estado Islámico, que buscará dar nuevos zarpazos que conmocionen Europa. Y ahí agitando el legítimo miedo al terrorismo como el que ha ensangrentado la Nochevieja en Estambul andarán al acecho los populistas, arañando cada voto en las tierras movedizas de la incertidumbre.