Por mandato estatutario, el Gobierno debía haber presentado el proyecto de ley de presupuestos el pasado 30 de septiembre, para que --como es tradicional-- el último trimestre del año se hubiera sometido a su larga tramitación y haber entrado en vigor con el nuevo año, el 1 de enero del 2017. Sin embargo, la dependencia que tiene el Ejecutivo PSOE-CHA en minoría para sacar adelante sus leyes y depender de otro grupo, así como el empeño por aprobar unos presupuestos de izquierdas que necesitaba irremediablemente a Podemos, ha complicado las cosas hasta el extremo que tanto PSOE como Podemos han jugado al gato y al ratón y no se han encontrado hasta ahora. Curiosamente, y aunque la formación de Echenique lo ha desvinculado siempre, la negociación comenzará después del congreso de Podemos en Vistalegre, donde el partido confirmará, con graves tensiones internas, su mayoría de edad.

Hasta ahora todo han sido desencuentros, basados en, según la formación morada, una total falta de confianza en el PSOE, al que ha acusado de engañarles con las cuentas del 2016 y de liderar el apoyo encendido a la abstención que facilitó en Madrid un Gobierno del PP.

Podemos puso cinco condiciones --cinco planes para generar empleo-- para que PSOE y CHA tuvieran garantizada su abstención. Aunque el Gobierno se esforzó por que estas condiciones se vieran reflejadas en el texto, no lo interpretó así Podemos, que dio por rotas las negociaciones. Ni siquiera recibir parte del texto, «unos powerpoints» a juicio del partido de Echenique, evitó la prórroga presupuestaria, que puede tener funestas consecuencias si se demora. Ahora, con una nueva exigencia podemita cumplida, empieza una nueva etapa de la negociación, y parece que las posturas están más cercanas. Pero solo lo parece. Habrá más capítulos seguro.