Los pueblos afectados por las tormentas caídas el pasado miércoles, tanto en el entorno de Zaragoza como en el Aranda y en las Cuencas Mineras, se enfrentan a una dura situación y algunos de ellos han solicitado ayuda a las diputaciones provinciales (DPZ y DPT) para evitar mayores daños. Además, los Bomberos de estas instituciones se encargan de devolver la normalidad a las calles apartando los árboles caídos, así como recogiendo el resto de elementos dispersos por el suelo, desde tejas a carteles y ramas sueltas.

Este es el caso, en especial de La Puebla de Alfindén, que se vio afectado por la misma tromba que dejó 17 litros por metro cuadrado en Zaragoza. «Cayeron muchos árboles en los parques, en las calles y en terrenos particulares y sospechamos que otros, aunque siguen en pie, han podido quedar debilitados», explicó Ana Ceamanos, alcaldesa de la localidad.

La regidora envió ayer mismo una carta al presidente de la corporación provincial, Juan Antonio Sánchez Quero, en la que solicita que facilite personal técnico que evalúe el grado de estabilidad de los árboles que quedaron en pie, pues el ayuntamiento carece de personal y medios para acometer esta tarea.

Por este motivo, las piscinas municipales de La Puebla de Alfindén siguen cerradas. El fuerte viento que acompañó a la tormenta, que en algunos lugares alcanzó más de 90 kilómetros por hora, derribó un ejemplar y lo dejó apoyado en el tendido eléctrico. Y, además, otros árboles que se encuentran en un talud han quedado inclinados.

Además, en el cementerio municipal también se produjeron graves daños debido a la caída de siete cipreses, los más antiguos, que se desplomaron sobre las tumbas y destrozaron al menos tres de ellas.

En el vecino pueblo de Alfajarín los daños también fueron elevados. Muchos coches se vieron afectados por la caída de tejas y ramas e incluso una farola fue a parar contra una vivienda. Asimismo, los servicios municipales han constatado que han caído chapas del techo de los edificios públicos, según señaló la concejala Rosa Miguel.

En Alfajarín, el viento huracanado arrancó el techo de un garaje, de chapa metálica, y los arrastró de un lado para otro, causando graves daños en vehículos aparcados e incluso en uno que circulaba por la travesía.

En esta misma localidad, el temporal abatió la cabeza del toro publicitario de Osborne que se levanta junto a la autopista AP-2. El alcalde, Jesús Vicén, manifestó a la Cadena Ser en Zaragoza que ya se ha puesto en contacto con Osborne para avisar de lo sucedido y que la empresa correrá a cargo de la reparación del simbólico astado.

Por otro lado, una tormenta de cinco minutos se cebó el miércoles en la comarca del Aranda, más en particular en las huertas situadas en la ribera río Aranda. Lo sucedido fue calificado de «extraño» por los agricultores de esta zona, ya que no afectó ni a empresas ni a viviendas de las poblaciones. «Solo ha pegado fuerte a las parcelas de cultivo y a los frutales», señaló un afectado.