El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, llevó ayer en el Parlamento catalán lo que definió como un gesto de «responsabilidad y generosidad» al proclamar la independencia de Cataluña en base al referéndum del 1 de octubre y, a renglón seguido, tras un sonoro aplauso de su grupo parlamentario, a que «suspende» la aplicación de la decisión.

Eran las 19.37 horas cuando Puigdemont pronunció unas palabras con carga totalmente histórica: «Asumo al presentarles los resultados del referéndum, ante todos ustedes y nuestros conciudadanos, el mandato del pueblo de que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de república».

Tras estas palabras, Puigdmeont añadió: «Con la misma solemnidad, proponemos que el Parlament suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos un diálogo sin el cual no es posible llegar a una solución acordada».

TENSIÓN SOCIAL

Puigdemont, en dos ocasiones, pidió «desescalar» la tensión que admitió existe en la sociedad catalana. Y, al mismo tiempo, aseguró que se compromete a avanzar en las demandas del pueblo a partir de los resultados del 1-O, que se deben, dijo, «tener en cuenta en la etapa de diálogo que estamos dispuestos a abrir».

Una etapa de diálogo que abrió sin ponerle plazos y sobre la que aseguró que existen propuestas de mediación conocidas y otras no tan conocidas. «Hay una petición de diálogo que recorre Europa porque ya se siente interpelada sobre los efectos de una mala resolución del conflicto», señaló.

MENSAJE AL ESTADO

Puigdemont realizó reiteradas apelaciones a la responsabilidad y al diálogo, en un discurso de tono templado, que solo se alteró cuando denunció con contundencia la violencia policial del día de la celebración del referéndum.

Y, al final de su intervención, hizo varias apelaciones, entre ellas al Gobierno del Partido Popular, al que requirió que «escuche a quienes abogan por la mediación, y a la comunidad internacional y a millones de ciudadanos de España que le piden que renuncie a la represión».

También solicitó a los catalanes que sigan expresándose con libertad y respeto; a las empresas, que no usen su poder para «atemorizar» a los catalanes; a los políticos, «que contribuyan a rebajar la tensión», y se dirigió también a los medios de comunicación. A la Unión Europea (UE), le pidió «que se implique a fondo y vele por los valores fundacionales de la Unión».

Puigdemont terminó con apelaciones a la responsabilidad con las que ya había iniciado su discurso: «El momento es serio para que todos asumamos la parte de responsabilidad, necesidad imperiosa de desescalar la tensión y no contribuir ni con la palabra ni con el gesto a incrementarla».

FIRMA DE LA INDEPENDENCIA

Después de que Carles Puigdemont declarara la independencia en el Parlament para aplazarla seguidamente, el president y los diputados de la CUP y de Junts pel Sí firmaron la declaración de independencia.

«Constituimos la República catalana, como Estado independiente y soberano, de derecho, democrático y social -dice el texto, que al cierre de esta edición no había sido registrado en la Cámara catalana- Disponemos la entrada en vigor de la ley de transitoriedad jurídica y fundacional de la República. Iniciamos el proceso constituyente, democrático, de base ciudadana, transversal, participativa y vinculante. Afirmamos la voluntad de abrir negociaciones con el Estado español, sin condicionantes previos, dirigidas a establecer un régimen de colaboración en beneficio de las dos partes. Las negociaciones tendrán que ser, necesariamente, en pie de igualdad».”.

El documento también expresa «la voluntad de integrarse tan rápido como sea posible en la comunidad internacional» como un nuevo Estado.