En la granja de Jacinto Simón, en Novillas, hay tres terneros recién nacidos rodeados de agua. A su lado hay una vaca muerta. Una de las tres acumuladas en un camino. "La acabamos de matar porque estaba sufriendo, nos lo ha recomendado el perito". Las instalaciones están anegadas y solo son accesibles en tractor. Ahora mismo hay menos de 30 vacas apelotonadas en la única zona que está seca. El resto, más de 300, fueron evacuadas por sus dueños el domingo.

En el municipio las cosas no están mucho mejor. María Ángeles Irún va de un lado a otro de su casa, en la calle Aladrén número 3, mientras su marido, Fernando Lerín revisa, otra vez, las paredes y los enchufes. Tienen la casa patas arriba. "Nada está en su sitio. No se ni por dónde empezar a limpiar o recoger", dice Irún mientras mira su patio que ahora hace de trastero.

Tiene los sofás que compraron cuando se casaron con las marcas del agua, un horno, un microondas, una silla de estudio... "Lo hemos perdido todo. No se ha salvado ningún mueble porque el agua alcanzó el metro de altura el viernes por la noche", recuerda Lerín. A pesar que la Unidad Militar de Emergencia (UME) estuvo achicando agua con las bombas por la tarde, acabaron siendo desalojados. Igual que Rania Akye, del número 4.

Ayudas

"Ha venido el arquitecto y me ha dicho que quite el chapado de las paredes porque se han hinchado con el agua. ¿Y cómo lo pago? ¿Quién me paga todo lo que he perdido?".

Varias calles abajo, en Ramón y Cajal, Ángel Cabestre ha creado un tenderete en la puerta de su casa. Utiliza el dique hinchable como secadero para unos libros, varias sillas y colchones e, incluso, algún periódico que guardaba de recuerdo.

En la primera habitación de su casa las baldosas del suelo están levantadas. "No tengo ni idea de qué ha pasado aquí porque solo me ha ocurrido en esta habitación. El resto, se inundaron". Está esperando a que le lleguen las nuevas camas para poder volver a dormir en casa.

Sin dormir lleva horas Simón. "Solo de pensar que tenía las vacas ahogándose...". El viernes tuvo que dejar su granja. "Me marché porque no podía oír a los animales y saber que no podía hacer nada". Han estado dos días sin comer ni beber y "ya no darán leche porque se les corta". Ahora, tendría que preñarlas para que volvieran a producir leche, explica.

"Con los tractores y un remolque fuimos sacándolas hasta el camino de cinco en cinco. Las montamos en un camión y las llevamos a otras granjas". El viernes por la noche, cuando vieron que los diques de contención que habían construido ellos mismo habían sido arrasados por el agua evacuaron a los terneros. "Los primeros los más pequeños", dice.

Mientras conduce su tractor con una de las vacas muertas colgando de una pata se lleva las manos a la cabeza. "¡Lo que he perdido...!". "Dicen que nos van a dar ayudas ¿no?. Yo no me fío". Y suspira. Luego suelta su vaca. "Esto es lo que peor llevo".

En Boquiñeni no se ha salvado ninguno de los 800 cerdos de la granja. El alcalde, Miguel Ángel Sanjuán, explica que la fuerza del río ha arrastrado a muchos. Durante todo el día los operarios de Sarga están sacando los cadáveres. Han solicitado a la Unidad Militar de Emergencia (UME) y a la alcaldía torres de iluminación para poder terminar el trabajo por la noche.

En Gallur hay otra granja con 2.500 porcinos donde menos de la mitad siguen vivos. Lo mismo que en Villafranca. En Nuez tienen 2.000 corderos que no saben cómo están ya que no han podido acceder a la granja. Y en Remolinos 1.700 cerdos sitiados a los que se les lleva alimentos en lancha .

A pocos kilómetros, en la plaza de Boquiñeni, no se ve a nadie. Ni se oyen ruidos. Si no fuera porque el municipio está rodeado de agua y vigilado por la UME reinaría la calma. El colegio de Boquiñeni sigue cerrado. Sanjuán explicó que hasta el lunes no se abrirá. "Primero tiene que haber agua potable y calefacción", explica el alcalde.

En Pradilla los vecinos siguen mirando al río desde la mota que levantaron ellos mismos el pasado viernes, cuando el Ebro se les venía encima. Están vigilantes, por lo que pudiera pasar.