Hablando de herencias, y dado que estaba en Cataluña, a Mariano Rajoy le hubiera ido como anillo al dedo sacar a colación el supuesto legado de los Pujol para arremeter contra los asuntos turbios de CiU. Pero no. Como en toda la campaña, el líder del PP esquivó ayer cualquier mención a la corrupción para evitar un efecto bumerán. Por eso cuando centró su mitin en todo tipo de herencias fue solo para sacar pecho.

Su gestión para salir de la crisis pese a la herencia de "recesión" que le dejaron los socialistas. Su herencia como dirigente de un partido bregado frente a la inexperiencia que para él representan Ciudadanos o Podemos. Su herencia como presidente que ha defendido la unidad de España... Un discurso previsible con el que Rajoy trató de animar a 1.500 fieles en el pabellón donde estuvo y en el que se ganó un redoble de aplausos cuando acusó al Gobierno de Artur Mas de generar "inestabilidad" con el proceso independentista cuando se atisba el final de la crisis.

Hace cuatro años el Partido Popular iniciaba su particular ciclo victorioso logrando más concejales que nadie (26.499 en toda España) y alzándose con el gobierno en 11 de las 13 autonomías que celebraron elecciones, con mayoría absoluta en ocho de ellas. Rajoy iba directo también hacia la mayoría absoluta en el Congreso, como se confirmó ocho meses después arrebatando el poder al PSOE.

Ahora las encuestas pronostican que la burbuja popular surgida en el 2011 empezará a desinflarse a partir del domingo. Rajoy trató de animar a los militantes populares catalanes mostrándose más cercano, sin escatimar en saludos durante un paseíllo de cinco minutos, y lanzando después algunos de sus hits. Como cuando reiteró que España será "el país con mayor crecimiento de la UE" en el 2015, o como cuando acusó a Podemos de tener ideas propias del siglo XIX.

ALGÚN GOLPE / La intervención del presidente comenzó, sin embargo, algo accidentada. Dos miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) primero y un representante de los afectados por el caso Afinsa y el caso Fórum Filatélico después irrumpieron en el acto y fueron sacados en volandas por el equipo de seguridad, no sin recibir algún golpe por parte de varios simpatizantes populares. "Vamos a continuar, que yo ya estoy muy acostumbrado a estas cosas. Además, al final no pasa nada. Lo que va a pasar es que el Partido Popular va a ganar las elecciones", reaccionó Mariano Rajoy mientras el pabellón coreaba "libertad, libertad".

Ya de nuevo en harina, se ajustó al guion de su campaña: volvió a presumir de gestión económica y solo introdujo como novedad algún ataque más directo hacia Mas a cuenta del proceso soberanista. Fue pronunciar "España" y saltaba algún aplauso. Fue decir que "gobernar no es romper las reglas del juego ni hacer elecciones cada cuarto de hora" (en alusión al 27-S) y la gente se vino arriba. Fue criticar al PSOE y el auditorio volvió a llenarse de energía.

ATAQUE A RIVERA Lo mismo sucedió cuando Alicia Sánchez Camacho, la líder del Partido Popular de Cataluña, arremetió contra los socialistas "por no defender España", aunque basó sobre todo su discurso en hacer un llamamiento a los indecisos y a los que se han marchado al partido de Albert Rivera. "Aquí los experimentos no son nuevos", espetó, y presumió de que los conservadores han sido quienes más han defendido "la unidad de España", mientras que "Ciudadanos es una "macedonia de ideologías" que no ha hecho propuesta alguna para salir de la crisis y que llegó incluso a pedir el rescate cuando la prima de riesgo estaba disparada.