En las próximas elecciones autonómicas hay muchas cosas en juego. Una de ellas, para mí de las más importantes, y de lo que no se habla lo suficiente, es saber qué relevancia tendrán los partidos que defienden el autogobierno de Aragón, un territorio que, sin autonomía, sería para Madrid y Barcelona tierra de paso, una inmensidad casi despoblada, una "región devastada", una colonia o una provincia a la antigua usanza.

Mucho se habla de la vieja y la nueva política, de los partidos emergentes y de los tradicionales. Pero haciendo estas distinciones, estamos poniendo en valor ya de entrada premisas cuanto menos discutibles, cuando no interesadas o falsas. Porque resulta que algunos de los partidos más recientes, como Ciudadanos, Podemos o UPyD, son en realidad tremendamente viejos en su concepción territorial. No es que sean solo centralistas, sino que algunos, incluso, pretenden sin tapujos recentralizar: devolver competencias a Madrid. Esas competencias que tanto nos costaron recibir a los aragoneses (educación o sanidad), y que mejoramos con esfuerzo y cercanía.

Algunos de los partidos "nuevos" presumen de "no defender los territorios, sino a las personas", como si pudiera haber personas sin territorios, o como si un territorio como el aragonés --amplio y con orografía complicada-- no tuviera el derecho a tener más financiación para satisfacer en pie de igualdad las necesidades de su ciudadanía que vive en poblaciones dispersas y envejecidas. No defender los derechos de los territorios es la afirmación más antiaragonesa que he escuchado en años, porque eleva al máximo el peso de la importancia del número de población, donde siempre ganan Madrid y Barcelona. Tal vez es eso, a fin de cuentas, lo que pretendan.

Por eso, alivia que UPyD y Ciudadanos caminen hacia su fusión, porque así se aclara más el desolador panorama recentralista, también en su trasvasismo. No engañan a nadie: votarles es votar trasvase y sumisión a Madrid y Barcelona. ¿Comulgaremos con semejante rueda de molino? ¿Acaso no hemos aprendido de las dosis de involución centralista apuntadas por el Gobierno central del PP, cuando por ejemplo suprimieron de un plumazo las competencias de Aragón en materia de ríos? Con la complicidad, la broma o el conformismo tecnócrata y simplón, justo es decirlo, de algunos que se dicen autonomistas.

¿Qué haremos los aragoneses frente a la amenaza recentralista? ¿Qué haremos los aragonesistas de CHA y de PAR? ¿Tendremos fuerzas y convicción suficiente para hacerle frente, como hemos hecho estas tres últimas décadas? ¿O caminaremos graciosamente como el cangrejo? La obligación de los aragonesistas es relanzar los proyectos y propuestas políticas con fuerza, rasmia, contundencia reivindicativa, con enfoques modernos, abiertos e integradores, de equipo, sin personalismos ni egocentrismos, mediante un aragonesismo de centro social, humanista y aconfesional, como siempre hemos defendido desde la corriente ProyectoAragonES y como afortunadamente se ha aprobado, de momento, en los nuevos Estatutos del PAR. Partidos aragonesistas fuertes que acojan a todos los aragoneses y aragonesas. Para sumar, y hacer un Aragón fuerte y ambicioso.