El tren Valencia-Zaragoza que partió ayer de la estación del Norte levantina llegó a la capital aragonesa a las 14.51, con casi media hora de retraso. Nada inusual. Lo que sí se salió de la norma fue el número de viajeros, con sus 150 plazas completas, amén de sus trajes de época. Y todavía más espectacular fue la ola de apoyo ciudadano y político que sus ocupantes, en su mayor parte de la plataforma Teruel Existe, fueron recabando por el camino.

La marcha reivindicativa por la mejora de la línea y, en suma, por el cumplimiento de la eterna promesa del corredor ferroviario Cantábrico-Mediterráneo, fue histórica. Lo fue tanto por el atuendo de la comitiva -vestidos a la usanza modernista, para evidenciar que el tren está igual (o peor) que hace un siglo-, como por el hecho de que los participantes en la marcha lograron una movilización inédita para reclamar esta infraestructura.

La mejor muestra de ello fueron las más de 6.000 personas que se echaron a la calle en Teruel capital, en una manifestación que terminó recibiendo a los viajeros en la estación. Como exponía el portavoz de la plataforma, Manuel Gimeno, la movilización superó sus propias expectativas, en una ciudad con 35.000 habitantes. Gimeno lo equiparó a una movilización de 800.000 en Madrid, proporcionalmente.

La marcha turolense contó con pleno apoyo político y empresarial, representado por la alcaldesa, Emma Buj y el presidente de la Cámara de Comercio, Manuel Teruel.

La alcaldesa popular confió en que «a Teruel ya le toca» una inversión en el tren, y agradeció el apoyo de Valencia, ya que a su juicio desde Zaragoza esta reivindicación se mira «de manera más fría». Unas paradas más adelante, en Cariñena, se subía al convoy el concejal Pablo Muñoz, de ZeC, quien acudía como teniente de alcalde para mostrar el apoyo municipal, en una triple vertiente: que Aragón comience a mirar «hacia el sur»: que se conecten las importantes áreas portuarias del Cantábrico y el Mediterráneo, con beneficio para Aragón y ahondar en la conexión de dos de las mayores ciudades del país.

En la tercera de más población, donde se inició el viaje, el alcalde valenciano Joan Ribó dio a su apoyo a los expedicionarios de Teruel Existe y les despidió en una pequeña marcha hasta la estación, a unos 400 metros del consistorio valenciano.

PARADAS / Comenzó un recorrido de casi 6 horas con múltiples paradas en localidades como Sagunto, Calamocha o Sarrión. En todas ellas se organizaron comitivas para recibir al tren y a sus ocupantes, pero lo que emocionó especialmente a los viajeros fueron las muestras de apoyo en los andenes de los municipios en los que el tren ya no para. «He visto incluso ferroviarios llorando, ha sido muy emotivo», contaba uno de ellos.

La expedición llegó por fin a la estación de Delicias, donde al centenar de viajeros originales (con algún alcalde y concejal que se fue sumando) se unió un comité de bienvenida cercano a las 200 personas. Entre ellos, aunque «a título personal y como presidente de CHA», aclaró, estaba el consejero de Vertebración del Territorio, José Luis Soro. Y muchos otros políticos.

En la estación se leyó el manifiesto, teatralizado como el viaje, para exponer la reivindicación de los turolenses, que comparte el resto del eje. En síntesis, como decía la jota que allí se cantó, «La gente joven se va / si a Teruel quitan el tren / si no ponemos remedio / los pueblos se morirán / hay que luchar todos juntos».

Unidad, ayer, se veía, también en la marcha que, desde las 17.30 horas, recorrió desde el Paraninfo de la universidad hasta la plaza del Pilar.