En Centenera no hay suministro eléctrico, ni agua ni teléfono. Vecinos, sí. Sobre el papel nunca dejó de haberlos por el empeño de Oscar Serena en mantener empadronada allí a su familia, lo mismo que otro grupo de La Puebla de Fantova, pese a las trabas que les ponía el Ayuntamiento de Graus. Desde hace unos meses, el padrón incluye a una pareja de origen galés y sus dos hijos. La suya es una de las tres familias extranjeras que viven en Centenera. Una mujer holandesa pasa allí temporadas de varios meses y media docena de grupos se desplaza esporádicamente. Todos, salvo una pareja que reside en una caravana, compraron las casas a los antiguos vecinos. Los últimos, los Serena, bajaron a Graus en 1990, aunque cuatro familias siguen cultivando la tierra.

La vida en este pequeño pueblo de la Ribagorza, que a mediados del siglo pasado tenía 16 casas abiertas, no es sencilla. Los niños deben desplazarse hasta La Puebla, a cuatro kilómetros, para que el autobús les lleve a Graus. El agua deben cogerla en la fuente que mana a 400 metros del casco urbano. Y para la luz han tenido que instalarse placas solares.

"Deberían ponerles los servicios. Están dándole vida al pueblo", dice Serena, que recuerda cómo la electricidad dejó de llegar a Centenera siendo él niño, cuando murió el responsable de un molino de aceite y trigo que funcionaba con el agua de un torrente.

Sin embargo, no es un caso único en la montaña. La Ponencia del Senado sobre Comunicaciones y Desarrollo del Pirineo concluye que "si se quiere frenar este despoblamiento deben mejorar las comunicaciones, el bienestar, los servicios, el medio ambiente, el trabajo, la cultura, el urbanismo y la economía. En demasiadas zonas del Pirineo es difícil vivir, y con esta dificultad mal desarrollo puede haber".

Para conseguirlo, el documento propone gasificar el Pirineo y racionalizar la alta tensión para asegurar el suministro energético a todos los núcleos, mejorar las carreteras transversales que comunican los valles, potenciar los pequeños regadíos y mejorar el suministro de agua potable y la depuración de la residual.

Y ofrece una apuesta novedosa: asegurar la cobertura de telefonía móvil en toda la zona habitada e implantar las nuevas tecnologías de la información --asegurando en todos los núcleos la conexión de banda ancha de internet-- para, a corto plazo, evitar una fractura digital entre el llano y la montaña y, como segundo paso, favorecer la creación de microindustrias --entre otras, de teletrabajo-- y atraer a profesionales liberales que, al no ser imprescindible su presencia en la ciudad, puedan establecer su primera residencia en la montaña.

"Sería también deseable cambiar la actual tendencia de subir al Pirineo el fin de semana, para bajar desde el Pirineo a las ciudades. Eso significaría que se podría trabajar alejados de los grandes núcleos urbanos" a través de internet, señala el informe de la ponencia, que señala como acción clave para detener el despoblamiento del Pirineo y potenciar el desarrollo integral de sus habitantes, es "equiparar plenamente los servicios de todo tipo a los que se disfrutan en las áreas urbanas".