Lo que no se ha modificado del convenio es la reserva hidráulica que se fija para Zaragoza. Serán igualmente 113 hectómetros cúbicos a los que tendrá derecho la capital aragonesa y en base a la cual se fija la aportación económica para sufragar los costes de un recrecimiento que hace casi dos décadas que se entendió como necesario. Lo llamativo es que, con 59 hectómetros cúbicos el año pasado, la ciudad consume la mitad en el abastecimiento anual de agua de boca. Unas necesidades que nada tienen que ver con las que tenía hace solo una década. Y mucho menos con las que había cuando se empezó a hablar del recrecimiento.

Desde el ayuntamiento zaragozano reconocen que esta diferencia abismal no tiene razón de ser en la actualidad pero que revisar esta cifra supondría "rehacer todo el convenio", revocarlo o renegociarlo desde el principio, cuando los trabajos ya están en marcha y la inversión ya iniciada. Pero escapa a la lógica de la demanda que Zaragoza tiene y que, se entiende, tendrá en el futuro a corto y medio plazo.

Lo dice el último dato y también la evolución registrada en los últimos años en el consumo. Hay que remontarse hasta 1979 para ver cifras que se aproximan a la reserva establecida para Zaragoza por Yesa. El volumen de agua captado era de 106,39 hectómetros cúbicos. Pero las diferentes medidas adoptadas durante décadas, en la mejora de las infraestructuras y con una mayor sensibilización ciudadana que condujo a nuevos hábitos, se rebajaron todas las previsiones: se pensó que hoy rondaría los 65 hectómetros cúbicos pero en realidad es de 59, unos 220 litros por habitante y día, frente a los 507 que había en 1979.