Los pueblos zaragozanos del Ebro viven hoy con incertidumbre la llegada de la riada que ayer asoló la ribera navarra, donde se produjo una crecida extraordinaria que superaba los 2.600 metros cúbicos por segundo. Existen razones para el pesimismo y para un relativo optimismo. Por un lado, podría reproducirse la catastrófica inundación del 2015, pero, por otro, desde aquella fecha se han construido y reforzado diques y se han permeabilizado los puentes, lo que hace pensar que la ingente masa de agua que se avecina perderá fuerza a medida que se adentra en Aragón.

En el lado malo está que se trata de un fenómeno que llega alimentado por las lluvias torrenciales de la primera quincena y la fusión de la nieve. Y que en Tudela, que solía estar a salvo de estos fenómenos, se inundaron calles del casco antiguo. En el bueno, que la crecida se debilitó ayer en Navarra al deshacer dos motas en Tudela y Castejón y penetrar en extensas zonas de cultivo.

Además, Aragón está recibiendo la riada con un impresionante despliegue en el que intervienen los cuerpos y fuerzas de seguridad (600 hombres, maquinaria y dos helicópteros) y numerosos medios técnicos, como los 11 vehículos de obras facilitados por la Diputación de Zaragoza.

Sin embargo, de forma preventiva, ayer en los municipios de Pradilla y Boquiñeni, dos de los más expuestos, los más ancianos y las personas con problemas de movilidad fueron trasladadas a lugares seguros en otras localidades, ya fueran residencias, albergues o domicilios particulares.

EL RECUERDO DEL 2015 / «Es una medida de precaución», explicó ayer Luis López, un jubilado de Boquiñeni. «Queremos ser optimistas, aunque las noticias no son halagüeñas, y pensar que el agua no entrará en el pueblo y no será necesario evacuarlo como en el 2015», manifestó.

Por si acaso, los vecinos de esta localidad, con unos 600 habitantes, están listos por si ocurre lo peor. «Ya tenemos hechas las maletas con la ropa imprescindible», afirmaron ayer Nati y Mari Flor. «En el 2015 ya nos evacuaron, se puede decir que sin previo aviso, y al menos esta vez sabemos a qué nos exponemos», comentaron.

El presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, que ayer visitó la zona afectada y el puesto de mando avanzado junto a Luceni, informó a media tarde de que no iba a ser necesario desalojar las localidades de Pradilla, Boquiñeni, Cabañas y Alcalá de Ebro. No obstante, se mostró cauto y aseguró que el dispositivo montado sigue preparado para actuar en el caso de que las circunstancias puedan cambiar.

Lambán, que insistió en que no se debe bajar la guardia, aseguró que la riada había pasado por Tudela con una altura entre 25 y 30 centímetros menor que en el 2015. Por este y otros motivos, los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) aconsejaron no proceder de momento a la evacuación.

Con todo, los ocho metros de altura que el Ebro alcanzó ayer a su paso por Novillas estuvieron a punto de provocar la toma de medidas radicales, como la apertura de una zanja en la carretera CP-3, que conduce a Tauste, para facilitar el flujo de agua junto al puente que une las dos márgenes en ese punto. Asimismo, excavadoras, camiones y niveladoras trabajaron sin treguna para reforzar determinados tramos de las defensas de tierra.

Además, desde el jueves, la Unidad Militar de Emergencias (UME) ha tomado posiciones en Boquiñeni y Cabañas, donde ayer se afanaba en la colocación de unas defensas provisionales para impedir que el agua, si alcanza el pueblo, entre en las calles más próximas a la orilla. «Somos 180 efectivos, en dos turnos de 12 horas, y estamos colocando barreras de contención con sacos terreros, mallas repletas de tierra y cilindros de agua», explicó el capitán Garrido.

debate político / Pero la riada, cuya magnitud es todavía una incógnita, ha vuelto a propiciar el debate político sobre la forma en la que debe afrontarse el problema de las periódicas crecidas del Ebro. Así, el presidente del PAR, Arturo Aliaga, pidió hoy «una revisión» de la normativa medioambiental para posibilitar la limpieza de los cauces y riberas e impedir que los caudales sean tan grandes.

Aliaga señaló que en los ayuntamientos ribereños están «un poco molestos» por la falta de información y por el hecho de que «la normativa medioambiental predomina sobre las actividades agrícolas».

Por su parte, el secretario general de Podemos Aragón, Nacho Escartín, pidió a los gobiernos de España y los autonómicos de Aragón, La Rioja y Navarra una «planificación integral» y real de las riadas y del riesgo de inundaciones «como se está haciendo ya en otros países de Europa». Y los alcaldes de pueblos afectados volvieron a pedir que se acometa la limpieza del cauce.